LOS DENTISTAS: LA SOLIDARIDAD y el pim pam pum de la feria

Dr. Manuel Ribera Uribe Profesor de Gerodontología y pacientes especiales.Universidad Internacional de Catalunya

Miren que, puestos a ayudar al prójimo, no son pocas las cosas que se pueden hacer. La buena disposición hacia los necesitados, gente con menos suerte y oportunidades que las que la vida nos ha brindado a los dentistas en general, es muy loable y digna de agradecimiento .

La sociedad civil y la misma profesión dental hace un esfuerzo en ese sentido y ha organizado actividades solidarias encaminadas a ello, ONGs de atención odontológica, clínicas solidarias en colegios profesionales… Pretendemos de este modo contribuir a mejorar la salud oral de los más necesitados y a cubrir el inquietante olvido en que la administración pública del estado tiene a la odontología.

Sin embargo, no es menos cierto que tras la fachada de la “solidaridad” se esconden demasiado a menudo intereses espurios. Los medios de difusión se han llenado de la asociación “dentistas-estafa-robo-injusticia” por actuaciones de personas y entidades rebozadas siempre con una “intención solidaria” referida a los pacientes con poco poder adquisitivo.

Muy probablemente,detrás de estas vergonzantes actividades, que lamentablemente ponen en entredicho a toda la profesión, un buen número de personas han descubierto que ayudar a los demás es ayudarse a si mismo. Han decidido ayudarse a si mismos, en el sentido mas prosaico de la palabra, montando negocios o actividades en las que dicen que su único leitmotiv es ayudar a los demás.

No crean ustedes que la única motivación es la económica. No hace mucho el Ayuntamiento de mi ciudad, Barcelona, ha anunciado a bombo y platillo el inicio de una actividad solidaria teóricamente encaminada a cubrir las actividades odontológicas que el sistema público de salud no recoge en sus prestaciones, mirando a los mas vulnerables. Rápida y adecuadamente contestada esa propuesta por el Colegio Profesional correspondiente y por otras entidades, lo más probable es que la “buena intención “ no vaya desligada de la proximidad de las elecciones municipales. Algo al parecer consustancial en muchos casos a la política o mejor dicho a algunos políticos.

En alguno de mis contactos con la administración sanitaria para intentar promover actividades, a mi juicio beneficiosas, a la vez para nuestra profesión y para nuestros pacientes, me han comentado, no sin razón, que las decisiones políticas que implican mejoras o cambios, deben ir precedidas de un análisis detallado en el que participen los actores, incluso los receptores de esa actividad además de los que velan para que las normas que nos damos sean justas y razonables. Es decir que hay que consultar a Colegios Profesionales, Sociedades Científicas, Universidades, Asociaciones profesionales, sindicatos, patronales etc… Un gurú del management como Stephen Lovey ya decía que primero hay que tratar de entender para luego ser entendido . No parece ser ese el espíritu de algunos promotores de actividades solidarias que plantean sus iniciativas sin el consenso necesario, sin los conocimientos suficientemente contrastados, sin considerar la competencia desleal que supone el ofertar servicios a la población en general,amparados en la “solidaridad”, y por ende sin tomar en consideración el nefasto efecto que ha tenido en la odontología y en la salud de la población anteriores iniciativas “low cost”, que ya están en manos de la justicia.

Amigos, el concepto de solidaridad es algo poliédrico . Cada cuál se sirve la dosis que quiere y con el formato que quiere . En un mundo tan mediático como el actual demasiado a menudo la solidaridad se mide simplemente por el impacto que la noticia de la buena acción en cuestión tiene sobre las mentes y las voluntades de los ciudadanos. Una interesante publicación del Dr. E.P. Tabra sostiene que la solidaridad objetiva busca lograr metas comunes mediante el cumplimiento recíproco de obligaciones y derechos, la subjetiva promueve la virtud en general sin comprometer a los gobiernos y/o administraciones. Deberíamos entender que la solidaridad con mayúsculas necesita de la virtud individual pero también del compromiso sincero, razonado, eficiente y leal de las administraciones y entidades que la promueven.

Parece que últimamente los dentistas somos el muñeco del pim pam pum que cantaba el cuplé y que recorría en silencio el fondo de la caseta de la feria mientras todos se afanaban en acertarle. El sistema público de salud y las administraciones en general no cubren las gafas, ni los audífonos, ni las modificaciones estructurales de las viviendas: ascensores, lavabos etc ni muchas otras cosas que son muy necesarias especialmente para nuestros mayores. Mientras tanto los Ayuntamientos no se dedican a montar empresas de óptica, ni ortopedias, ni empresas de lampistería o de reformas para las viviendas de los más necesitados, antes bien mal dotan económicamente y en personal los servicios de asistencia domicilaria… pero eso sí crean empresas dentales con el espíritu “Robin Hood” justo en el momento en el que en el bosque de Sherwood hay elecciones. Ya empezamos a estar cansados de ver como la odontología, los dentistas y la medicina en general estamos cautivos de interesados personajes, para colmo algunos con responsabilidades públicas, que nos utilizan en beneficio propio para y, disculpen la desfasada salida de tono, “prometer hasta meter y después de haber metido nada de lo prometido“.