Humanismo y docencia universitaria

Josep M. Ustrell Torrent Vicedecano de Odontología de la Universidad de Barcelona Presidente de la Pierre Fauchard Academy. Sección Española

El sociólogo Toffler (1928-2016) explicó la evolución de la humanidad en diferentes períodos denominados “olas”. La primera de ellas fue la revolución agrícola, con una duración de miles de años. La segunda, la revolución industrial, que se caracterizaba por la dualidad productor-consumidor. La tercera corresponde a la sociedad postindustrial o la era de la información. Con esta tercera se entraba de lleno en lo que entendemos por revolución digital, la nuestra. Y en esta época, el respeto a la dignidad de la persona exige una calidad ética de nuestra actuación, que corresponde a una correcta actitud y a una completa aptitud. Entendemos que para nuestro ejercicio profesional disponemos de unas herramientas complementarias: 1) una información completa, que permite la interacción, 2) un consentimiento informado derivado de la misma, 3) la confidencialidad, tan importante para crear la confianza con la persona que demanda nuestra atención, y 4) la metodología terapéutica rigurosa, siempre considerando la relación riesgo/beneficio. Porque las decisiones clínicas que adoptamos conllevan, a veces, ciertas dificultades. O bien por un diagnóstico difícil o por una dificultad técnica. Pero nunca deben darse por falta de conocimientos o por medios técnicos deficientes.

Ya nos advirtió Fromm (1956), a mitad del siglo pasado, que estábamos haciendo máquinas que se comportaban como personas y formábamos personas que actuaban como máquinas. Fue el siglo de la robótica. Además, hace más de una década, Brito (2010) nos indicó que la robótica podría cambiar el paradigma de la odontología y no le faltó razón. Sin embargo, aparecen voces críticas, como la de Brown-Martin (2018) quien opina que la robótica dejará pocas áreas donde sea necesaria la intervención humana, y también Harari (2018) considera que, a pesar de la aparición de trabajos substitutos, es posible que debamos afrontar una generación de inútiles.

Sin lugar a dudas, y los hemos visto en estos últimos meses, la robótica necesita de la Inteligencia Artificial (IA), definida como un movimiento intelectual que viene a defender el uso de la ciencia, mejorando nuestras capacidades e incentivando la superación de las limitaciones (Da Agra, 2018), y es porque no sólo tratamos patologías, sino que podemos mejorar el diagnóstico y las posibilidades terapéuticas.

A principios del año 2015 la noticia de que expertos del Japón habían desarrollado una bioimpresora para crear órganos funcionales nos indicaba el camino venidero. Cinco años después, se empezaron a fabricar (imprimir) elementos anatómicos para la sustitución en las cirugías oncológicas. Y cuando la robótica ya forma parte de nuestro entorno, de forma general, las personas aún están en fase de adaptación, según la encuesta de Rius (2018) realizada entre los años 2012 y 2017, cuyo resultado refleja el grado de aceptación de dichos mecanismos: como asistente en el trabajo sería aceptado por un 57 %, especialmente en los procesos quirúrgicos, aunque un 72 % opinaba que nos quitarían el trabajo. En Japón, y de una forma global, los robots ya forman parte de nuestras vidas. Pero a pesar de la confianza que nos pueda prometer la robótica, traspasar ciertos límites, por supuesto, conllevará cuestiones éticas y jurídicas.

Se vislumbra un panorama docente muy dependiente de la IA, con una consecuencia adyacente, la aparición del “profesor robot”

En este sentido, emerge una voz de alerta (Brooks, 2023), expresando que lo más importante es el ser humano y lo que se necesitará serán: una voz personal diferenciada, la habilidad en la presentación, la empatía, el talento para la creatividad, una visión inusual del mundo y la toma de conciencia de la situación. Aunque, desde otras perspectivas, hay que procurar adaptar las herramientas de la IA para ampliar nuestras capacidades en la docencia (Almirall, 2023). Y es que en este siglo XXI nuestro método de trabajo puede ser aun el del profesional artesano si evitamos introducir sólo los métodos técnicos en la resolución de las patologías. Se nos demanda un retorno al camino del humanismo, que nos haga conscientes del/la paciente como ser humano que dispone de unas cualidades y unos valores éticos.

A este respecto, la docencia está entrando en una nueva fase, tanto para docentes como para discentes y, en ambos colectivos, la vocación seguirá siendo una premisa básica. Con ella habrá que establecer las oportunas sinergias con el objetivo de formar en competencias y en actitudes, de la mano de una reflexión ética.

Se vislumbra, pues, un panorama docente muy dependiente de la IA, con una consecuencia adyacente, la aparición del “profesor robot” (presentado en 2022 en Barcelona). En un futuro próximo una máquina aplicará un protocolo preestablecido y decidirá sobre nuestras vidas. Y nos preguntamos, ¿la tecnología sustituirá al profesional?

Lonka (2021), profesora de Psicología de la Educación en la Universidad de Helsinki, apostilla la muerte pedagógica humanística, advirtiendo cada vez una mayor diferencia entre la docencia y el mundo real. Por ello, su recomendación es la de avanzar en sistemas más efectivos y atractivos.

¿Y los congresos? Una buena reflexión derivada de los congresos científicos es la cantidad de conocimientos que pueden adquirir quienes asisten, aunque continuamente aparecerán nuevas técnicas que deberemos conocer, con todos los pormenores, para poder aplicarlas. Pero entendemos que el aprendizaje es el camino para lograr una finalidad. Ésta es la de poder ayudar a los pacientes, ofreciendo un excelente tratamiento en todas sus dimensiones, técnicas y humanas.

En conclusión, será necesario incrementar la investigación, la aplicación de las nuevas tecnologías, la mejora en la calidad de la docencia y la gestión, para formar profesionales capaces de ejercer internacionalmente. Es necesario también incrementar el estudio de las humanidades, la ética y la historia, como materias transversales en el currículum académico.

Referencias bibliográficas

  1. Almirall E. Tres maneras creativas de utilizar ChatGPT en clase. Dobetter.esade.edu. 2023
  2. Brooks D. In the age of A.I. Major in being human. www.nytimes-com.cdn. Ampproject.org. 2023.
  3. Brown-Martin G. Education and the fourth industrial revolution. Disponible en: https://medium.com/learning-re-imagined/education-and-the-fourth-industrial-revolution-cd6bcd7256a3 (consultado en julio de 2018).
  4. Da Agra, C. A medicina face ao transhumanismo. Nortemédico. 2018.
  5. Fromm E. The art of loving. EE.UU: Ed. Harper. 1956.
  6. Harari YN. 21 lecciones para el siglo XXI. Barcelona: Ed. Debate; 2018.
  7. Miranda AM, Gruezo KL, Radamès E, Ramos MV, García JV. (Universidad San Gregorio de Portoviejo – Ecuador) Posgrados en odontología: propuesta internacional. Educ Med Super 2019;33(1). http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21412019000100023
  8. Rius M. “Tendencias”. La Vanguardia. 23-12-2018
  9. Toffler, A. La tercera ola. Barcelona: Ed. Plaza & Janés. 1985.
  10. Ustrell JM, Buxarrais MR, Riutord P. Ethical relationship in the dentist-patient interaction. J Clin Exp Dent. 2021;13(1):e61-6.
  11. Ustrell JM. Propuestas para la necesaria revisión del plan de estudios en odontología. Odontólogos de Hoy. 2021;10(46):6-7.
  12. Vicent Ll. La tecnología, detonante de un nuevo panorama en la educación superior. Barcelona: RAED; 2014.