La Estomatología en la obra de Fray Agustín de Farfán

Al doctor Uziel Gutiérrez. In memoriam

Javier Sanz
Serrulla. Académico de número
de la Real Academia Nacional de
Medicina

Fray Agustín de Farfán fue autor temprano en el Nuevo Continente con sus dos obras, dadas a la imprenta en México, donde residiría en su doble condición de médico y religioso, tras ingresar en la orden agustiniana. Su “Tratado breve de Medicina”, publicado en 1592 es considerado el primer libro médico editado en América, si bien, como tantas primicias, debe ser tomado como anecdótico antes que meritorio.

Tanto en esta como en su otra obra, “Tratado de Medicina y Cirugía”, se recogen diversos contenidos de índole estomatológica que son los que analiza este trabajo, con la importancia que tuvieron de ser fuente de consulta de muchos prácticos de la medicina y la cirugía con y sin titulación académica.

Agustín de Farfán.

Nació Pedro García Farfán en Sevilla en 1532, y orientado por sus padres se graduó en Medicina en esta ciudad, en 1552, ejerciéndola con éxito hasta el punto de ser nombrado médico de Cámara de Felipe II, si bien una sordera le apartó de Palacio1.

Acompañado por su mujer y sus tres hijas embarcó con destino al Nuevo Continente donde llegó en 1557 portando cédulas reales para su presentación como verdadero aval de sus méritos, una de las cuales le facilitaba la incorporación a la Universidad de México, donde tras una década de residencia en aquel lugar recibió el grado de doctor en Medicina, con fecha 20 de julio de 1567. Al año siguiente fue nombrado inspector de las farmacias de la ciudad de México y poco tiempo después pasó a desempeñar el cargo de decano en aquella Universidad.

Tras el fallecimiento de su esposa, y una vez que sus hijas tomaran el hábito religioso, decidió ingresar en la Orden de San Agustín, donde profesó a fecha 26 de agosto de 1569, consagrándose al estudio de la Teología, si bien, con la correspondiente dispensa pontificia pudo simultanear la Medicina, atendiendo a numerosos pacientes de otras órdenes religiosas así como a quien quiera solicitaba sus remedios. En el convento de México estuvo a su cargo la enfermería cuando en él residió, pues asimismo fue prior de la fundación agustiniana de Oaxaca, de 1584 a 1587, y de Taxco, en 1594, y también visitador de la provincia de México.

Dio a la imprenta las obras que a continuación analizamos, teniendo la singularidad la primera de ellas de haber sido etiquetada como el primer tratado médico impreso en Nueva España.

Farfán y López de los Hinojosos, “vidas paralelas”.

Comprobamos, pues, que fue la de Agustín de Farfán una biografía paralela a la de Alonso López de los Hinojosos2. Como éste, estudió la Medicina en España, embarcó para el Nuevo Mundo y tras enviudar decidió ingresar en una orden religiosa (Hinojosos en los dominicos, Farfán en los agustinos) una vez los hijos de ambos habían profesado asimismo en otras órdenes. Como tales permanecieron hasta su fallecimiento y en dicho tiempo ejercieron ambos ministerios, médico y religioso, dando a la luz sendas obras con propósitos similares, el de servicio a la comunidad con intenciones también similares pues en ambos casos buscaron ante todo un mensaje sencillo para mejor aplicación, incluso por no titulados, de lo más básico a la patología más frecuente.

El Tratado de Anatomía y Cirugía, 1579.

Fue publicado en la ciudad de México en 1579, en la imprenta de Antonio Ricardo, con el título Tractado breve de Chirvrgia, y del conocimiento y cura De algunas Enfermedades q en esta tierra mas comùnmente suele ser. Consta de 274 hojas, que se doblan en el número de páginas. Al final del libro se incluye un grabado, retrato del perfil del autor a la edad de 48 años, a cuyos pies se inserta un pequeño poema.

Los prolegómenos reglamentarios del texto constan de la licencia, por diez años, de D. Martín Enríquez, Gobernador y Capitán General en Nueva España, le siguen las de los doctores médicos Juan de la Fuente y Francisco Bravo, refiriéndose todos ellos a este tratado como “titulado de Anothomia y Cirugia”, constan después las licencias eclesiásticas de Fray Alonso de la Vera Cruz y Fray Martin de Perea, éste en el cargo de Provincial de la Orden de San Agustín y a quien va dedicado el libro. Cierra esta serie de escritos un soneto elogioso sobre el autor y su obra firmado por Francisco de Solís.

Era fruto este libro de su experiencia pues, como dice en “Al lector”, en esa fecha de 1579 se cumplían veinte y siete años… q comèçe à professar la sciencia de la medicina, y chirurgia, estudiando en ella y trabajado lo que me ha sido posible.

Está dividido el libro en seis tratados, a su vez subdivididos en cuantos capítulos necesita el autor para verter su mensaje y se reseñan todos al inicio, a modo de índice. Éste va seguido de una “tabla” de las cosas mas essenciales qve este tratado tiene, por su orden alfabético, que facilita la búsqueda puntual de temas, remedios y enfermedades. Antes de entrar en materia se dirige al lector para después, bajo el epígrafe de “Prefacio”, definir qué
cosa es la Cirugía y cuáles han de ser las cualidades del cirujano.

Así pues, éste, según Farfán, debe reunir las siguientes condiciones: que sea màcebo, ò casi. Que tenga buena vista, facundo, elegante, gracioso, de buena conuersacion, de lindo ayre, pulido, y asseado en toda su persona, de buena condicion, y còplexion, y sobre todo buè christiano, y temeroso de Dios. Ha de ser, tambien animoso, y presto de manos en su obrar, tenièdo para ello buenos instumètos, sin los quales no se puede hazer cosa alguna bien, ni con presteza, ni sin dolor3.

En el Tratado primero, sin título como los demás, ya deja caer en la entrada que justifica su planteamiento anatómico este mínimo recuerdo galénico sobre los dientes: Los huessos son miembros  simples, y mas duros que los otros todos, carescen de sentimiento, saluo los Dientes como quiere Galeno4.

El capítulo quinto, titulado “De la Anothomia del las enzyas, dientes, quixadas y muelas”, es más confuso que claro, pese a su brevedad, y de las primeras no dice como tales, cosa alguna. Distingue tres tipos de dientes, que, según la opinión de los anatomistas, son trèyta y dos por numero. Así, algunos son cortadores… otros son caninos, llamados diètes de los ojos.

Otros ay molares, porque quiebran y muelen las cosas que se comen, como la piedra del molino muele el trigo. Ahora bien, causa sorpresa que atribuya un número impar y desigual pues si los superiores suman diecisiete, los inferiores serán quince, como también causa asombro la composición del maxilar, nada menos que de catorce huesos: Los diez y siete dientes de estos està metidos en la quixada de arriba, la qual es compuesta de de catorze huessos, cuya compostura es oculta, y assi no haremos mencion de ella, ni de su diuision, basta saber, que por vn huesso solo se toma5. Todos los dientes estan ligados con ligamentos y paniculos, que proceden del panículo y neruios, ya dichos. Por último, la quixada inferior ò baxa es compuesta de dos huessos, hazia la barba, con vna vnión y junta como diètes de sierra, hazia la parte de arriba y è cada parte haze su junta con las mandibulas ò quixadas de arriba6.

Trata el capítulo sexto “De la Anothomia de la Lengua, Orejas, y Espondiles” y así es la lengua de naturaleza espògiosa, y carnosa, compuesta de neruios, de vilos, y lacertos, ò murecillos.

Tiene su nacimièto y rayz con ligamètos en el huesso llamado Lambda y su inervación corresponde al séptimo par, limitando su vascularización a dos venas sublinguales llamadas Leonicas.

La función de este órgano es pronùciar la palabra, y mouer, y menear biè la viàda ò comida è la boca: tambien para el gusto, como lo vemos. Y assi los neruios de este miembro son los del gusto. Es movida por nueve músculos, lacertos, ó murezillos. Debajo de la lengua, por último, hay vnas carnes glandulosas, en las quales ay dos agujeros, que purgá la saliua à manera de coladero7.

En el Tratado tercero de los apostemas, capítulo sexto, se ocupa “De las llagas de la boca”. Antes que nada, advierte el autor que en ellas no se puede poner emplastro, ni vnguento alguno, y lo que por la parte de fuera se pone, no aprouecha ni llega, à hazer buen efecto, y assi para madurar, ablandar, mùdificar ò limpiar las llagas, se pueden poner estas medicinas. Enxùdia lauada de Gallina, y puesta dentro de la boca, tambien los higos secos y majados, las passas majadas sin los granillos, las Rosas hechas con miel, ò el Açucar Rosado, mezclado con vna yema de hueuo, de tal manera que hacen madurar y abren los tumores, especialmente los que son “de sangre y reúma”, los cuales también se hacen en la campanilla.

Respecto a éstos, sangrado el paciente, si conviniere, y purgado, sería buena cosa poner  sobre el tumor, siguiendo a Guy de Chauliac, poluos de Pimienta y de Mirabalanos Cytrinos, yguales partes, y mezclados. No obstante, el autor tiene mejor experiencia con una receta propia: es buena la massa de las Pildoras Cochias, de las quales tomen vna dragma, y si tuuiere el estomago rezio el paciente, añadan media dragma, ò vna mas: â vna dragma de estas pildoras mezclen ocho granos de Diagridio, y dorèse, y antes de tomarlas, preparese el estomago del enfermo quatro dias con dos onças de miel Rosada cada vez. Hecho esto, y de acuerdo con el cirujano medieval, hay que colocar con una espátula o cuchara llana poluos de Pimienta y de Mirabalanos Citrinos y guales partes, y mezclados aunque el autor prefiere, por experiencia, los polvos de alumbre quemado, si bien se pueden usar en su tiempo las agallas mezcladas con esta receta: Agua Rosada, d Llàtè de cada cosa seys òças, Vino, ó el çumo de las Granadas agras y dulces dos òças, Vinagre vna onça, xaraue Violado vna onça, todo se mezcle, y cò esto haga el paciente gargarismo. También propone otra receta para el mismo propósito de hacer gargarismo: Ceuada dos puños, Murta ò Vuillas de Arrayhan, Rosas secas de cada cosa vn puño todo cueza en qtro quartillos de agua, y de vn buè heruor. Cueles el cocimiento, y añadasele vinagre Rosado de cada cosa tres onças, y si de la inflammacion la carne se viniere à corromper (pudiéndola ver el chirujano) manda el Guido, que con vna espátula se ponga en lo corrompido de ella el vnguento Egipciaco. No obstante, por su experiencia dice Farfán que puede aplicarse aguafuerte, en un algodón, pues quema la corrupción como el cauterio de fuego, tras lo cual deberá usar otro gargarismo, esta vez de la siguiente composición: agua Rosada, de Llantè, de cada cosa seys onças, Alùbre bueno dos dragmas y media, Solimà vn escrúpulo y medio, que habrá de cocerse hasta que se deshaga el alumbre sin tener miedo a usar el solimán, y así, Este remedio y lauatorio es bueno para qualquiera llaga de la boca, aunque este mas adentro de los gaznates.

Por último se detiene en valorar si es bueno resecar la campanilla cuando ésta se relaja frecuentemente, impidiendo al paciente tanto hablar como tragar con facilidad y se decanta, de acuerdo con Aecio de Amida y Guy de Chauliac en cortar pero sólo la parte  más inferior, indicando después al paciente que se enjuague con agua fría para que cese la hemorragia, tras lo cual habrá de hacer gargarismos con este preparado: agua cozida cò Sarmientos, y Datiles, y vn poco de Alumbre y Rosas8.

También de larga extensión es el capítulo décimo, titulado “de las vlceras, y cisuras de los labios”. Siguiendo su orden, define a las primeras escuetamente: son llamadas de Auicena en la sexta del tercero, alcholas, hazense còmunmente de humor caliente, que corre à la boca. Causadas por corrimiento de reúmas calientes hacia la boca, cuya cantidad determina la extensión de la lesión, no son fáciles de curar en tanto que las medicinas dentro de la boca, no se pueden aplicar bien, ni detenerse.

Dicho lo cual dependerá el difícil tratamiento de las mismas de la calidad del humor responsable de su aparición y así, si fuera caliente, procedería sangrar al paciente, de la vena còmun, q es la de todo el cuerpo, a criterio del médico o el cirujano, y si fuera necesidad purgarlo conforme se advirtió en el capítulo de las “inflamaciones coléricas”. Además, habrá de usar el paciente este “lavatorio” de boca desde el principio: miel Rosada, vna onça, çumo de granadas agras, agua Rosada, agua de Llanten, de Azederas, que son los xoxocoyoles, de cada cosa tres onças, todo se mezcle, y lo mas del dia lo tenga en la boca. Asimismo es bueno este otro lavatorio: Rosas coloradas, Balaustias, Arrayhà, hojas d
Oliua, çumaque, Llanten, de cada cosa vn manojo, Alùbre quemado vna onça, hágase cozimièto en tres libras de agua, y cueza hasta q el agua se pare colorada, cuelese y lauese el paciète con el la boca. Ahora bien, si las llagas fuesen ulcerosas y de humor frío, lo cual se reconoce por no sentirse ardor en ellas ni calor en el cuerpo, convendría poner sobre ellas los poluos de Alùbre quemado, y de alli a vn poco se laue la boca cò vino tibio. Si procedieran de humor caliente y frío, se deberían lavar con este otro lavatorio: capullos de bellotas, nuezes de Ciprez, Lentejas, Rosas, Llanten, çumaque, hojas de Oliua, de Saluia, Romero, y Alumbre quemado, d cada cosa vn poco, todo cueza en el agua q bastare, y dè vn buen heruor, cuelese, y à la postre se añada vna poco de miel blàca, porq limpia muy biè las vlceras de la boca, y las de las enzias, y aunq esten podridas las encarna y suelda.

También las hojas de la Oliua, junto con el lavatorio dicho, aprovechan para toda clase de úlceras bucales, d qualquiera hvmor q sean. Ahora bien, si no consiguieran sanar convendría poner en las úlceras medicinas q corroyan y limpien mas, siendo bueno el ungüento Egipciaco disuelto en el colutorio reseñado y aun así si tampoco bastare esto, úsese el aguafuerte aplicado con un hisopito de algodón, obedeciendo a Guido.

Una vez mundificadas las llagas, habrían de usarse medicinas q encarnen, como poluos de Encèsio, de sangre de Drago, con vn poco de vino se desaten, y tibio se laue cò el la boca el paciète a menudo, y aunq el vino escueza, sufralo, por que ayuda de su parte à desecar las vlceras.

Por último, respecto a las cisuras de los labios o grietas, molestas y causantes de gran dolor, se usa la siguiente receta: tomen zeyte de las yemas de los hueuos onça y media, miel Rosada media onça, todo se mezcle, y se pòga en las grietas, o bien esta otra: azeyte de Linaça vna onça, poluos de Almartaga dos dragmas, con vna yema de hueuo se mezcle.

Previo a la aplicación de estos ungüentos habría que aplicar con un pañito la siguiente fomentaciò tibia: Linaza, Maluauisco lo q quisieren, cueza en vna poca de agua, y dè vn buen heruor 9.

Finalmente, en el capítulo decimonoveno, titulado “Del modo de dar la vncion”, entiéndase para enfermos sifilíticos, abunda en el tratamiento de las repercusiones bucales. Una vez untado y resguardado con la ropa conveniente, tanto el médico como el cirujano han de ser muy observadores con la afectación gingival, pues según el entender del autor: si a las dos ò a las tres vnciones ò a las que fueren, las enzias se hincharè, y la boca se començare à llagar, ha de cessar la vncion, porq esta es la señal mejor, y la mas cierta q manifiesta hauer hecho la vnciò su efecto. Tan importantes son dichos signos bucales que cuando el médico o el cirujano obvian explorarlos, pueden darse situaciones fatales pues siguen administrando unciones.

Para estas lesiones propone remedio el autor con un Lauatorio para las llagas de la boca como así titula este epígrafe, con el cual ha de hacer gargarismos: tomen Rosas secas, Arrayhan, de cada cosa dos puños, Violetas, Ceuada, de cada cosa medio puño, todo cueza en cinco quartillos de agua, y dè vn buen heruor, cuelen esta agua, y echè en ella Alùbre quemado dos dragmas, miel blanca quatro onças, torne à dar todo vn pequeño heruor 10.

A modo de recetario se extiende en fórmulas el decimotercer capítulo, así titulado: “De algunos remedios particulares de enfermedades communes, y que á cada passo se ofrecen”. Puestos los ojos en aquellas de nuestro territorio, las siguientes son las más a propósito: Para las llagas de las Viruelas que se hazen en la boca.

Miel Rosada, çumo de granadas dulces y agras, agua Rosada, y de Llanten yguales partes, todo se mezcle y lauen la boca seys vezes al dia. Y si conuiniere (por estar las llagas algo suzias) añadase al lauatorio vn poco de vino 11.

Sin que aparentemente tuviera nada que ver la receta titulada Para la Erisipela de las piernas, que así se fabrica: Saquè por alquitara vn açumbre de agua de las hojas de la higuerilla de infierno, échenla en vna olla vedriada, y con ella dos onças de Alùbre bueno, miel blàca quatro onças, todo cueza à fuego màso, hasta q mègue el agua dos dedos, cuelese, y las vezes que hiziere asièto tambien se cuele, añade a continuación que Tàbien es buena para las llagas de la boca, lauàdose con ella 12, de ahí que nos veamos obligados a dar fe de ella.

Para encarnar los dientes.
A los descuydados se les suelen gastar las enzias, y descarnarseles los dientes, y henchirse de toua. Para despues d limpiados son buenos estos poluos Encèsio, sangre d Drago, Bolarmenico, sal còmun de cada cosa vna dragma, Almaciga, huessos de Datiles, Coral colorado, de cada cosa media dragma, mezclese y hagàse poluos muy subtiles. Lauèse cò este vino los dientes, y luego pògan los poluos sobre las enzias. Romero, Encensios verdes, de cada cosa vn puño, vino blanco bueno vn quartillo, todo dè vn hervor 13.

El Tratado breve de Medicina, 1592.
En 1592 editó, también en México y en la imprenta de Pedro Ocharte, el Tratado brebe de Medicina, y de todas las enfermedades, que sería reimpresa en edición póstuma, en 1610, en la misma ciudad, pero ahora en la imprenta de Geronimo Bally.

Recientemente se han tirado ediciones facsimilares en Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1944, y en Valladolid, Librería Maxtor, 2003 y 2020. Consta en primer lugar las licencias a cargo del destinatario de la dedicatoria, D. Luis de Velasco, por mandato del virrey D. Martín López de Gauna, y del Dr. Ortiz de Hinojosa. Siguen dos sonetos en honor del autor firmados por el padre Hernán González de Eslava, el segundo en forma dialogada, lo que anima a Farfán a componer otro a su vez destinado al mencionado Velasco y con el que da remate a los prolegómenos. Al final del libro se incluye una tabla de las cosas mas esenciales que en este Tratado se contienen, que, con este título, bien claro deja que se concibe a modo de prontuario donde hallar remedio a muy diversos males, sin clasificación topográfica alguna.

Queda estructurada la obra en cinco libros, a su vez subdivididos en capítulos, no siendo hasta el segundo de aquellos, titulado “De mvchas enfermedades, y indisposiciones, que à cada paso se offrecè”, cuando encontramos expuestos algunos saberes de nuestra especialidad, y así, se habla del remedio siguiente: Para el mal olor de la boca, y de narizes.

Qvando el mal olor d la boca viene de alguna muela podrida sacandola se quita. Y si sale el mal olor del estomago, es por algù humor medio corrompido. El que esto padesciere acostumbre beber agua cozida cò Anis, y entre dia coma muchas vezes el Anis vn potostado (sic.) Y con ello se quitara el mal olor 14.

Dentro del variado, como los demás, “Capitulo Onze”, se incluyen remedios varios para situaciones muy diversas, y entre ellos alguno para males tan frecuentes como la odontalgia, quedando así relatado: Para dolores de muelas y dientes.

Tomando en la boca dos vezes ò tres vn poco de vinagre caliente, y trayendolo vn rato, sentiran luego aliuio en el dolor, aùque sea muy grande. Las hojas del Xoxocapatli y por otro nombre Cumiatl el que tiene las hojas anchas y largas cozidas è agua, molidas y puestas por defuera, quità el dolor de las muelas y dientes.

Y haze lo mismo el agua de ellas si se exaguà la boca. Sirue tambien esta agua tibia de lauatorios para la gota, por que se resuelue el humor. Es cosa muy experimentada, q si vntan muchas vezes vn palito de Ocote en Chile seco y molido, y se escaruan con el los dientes y las muelas, quita el dolor 15.

Consta asimismo en este libro segundo algún remedio como el que sigue:

Para encarnar los dientes, y fortifi carlos de la reuma.

A los descuydados se les comen las enzias y se les descarnan los diètes, y se les hinchè de toua. Para quitarla, hagan esto, tomen media Lima ò media Naranja agra, y echen sobre lo agro Alumbre quemado y molido. Pongàla sobre las brasas, que casi buelua a hieruir el Alumbre. Tomen con vn popote ò palito delgado del alumbre vn poco, vayan lo ponièdo encima de la toua.

De allí à vn poco la vayan escaruando con vn limpia dientes de barbero, y quitarse ha con facilidad. Enxaguense la boca con vn poco de vino, y pongan estos poluos sobre las èzias, y cada ocho días los pògan con vn pañito, refregandalas blandamente. Tomen Encensio, sangre de Drago, Bolarmenico y Sal blanca de cada cosa vna drama, Almaçiga, huesos de Datiles, y Coral colorado de cada cosa media drama; todo lo muelà mucho y mesclen, y guarden para su vso 16.

Y también esta larga receta:

Para las llagas de la boca, y de la garganta.

…si son superfi ciales, haciendo gargarismo con leche y en ella vn poco de Açucar, sanaran. Tàbien sanan con este lauatorio, tomen Ceuada Rosas y hojas de Oliua ded cada cosa vn puño, cuezan en en vn quartillo de agua, y de tres heruores. Cuelenla y echenle quatro onças de Miel blanca, y dos onças de vinagre, y dos dramas de Alùbre quemado y molido, y seis granos como Trigo de Cardenillo muy molido. Todo junto de vn heruor, y hagà gargarismo cada quatro horas, y enxaguense la boca con el. Si con estos remedios no sanan las llagas, ay necessidad de sangrar y purgar al enfermo. Y para hacerlo, acudà a la cura de los dolores de cabeça en el capitvlo diez…Si estas llagas estan svzias, y la carne se va comiendo, pongan en ellas (tres vezes en el dia) con un popote y Algodones vn poco de vnguèto Ejiciaco. Luego haga gargarismo con este cozimièto dos vezes, dos escudillas de agua, media escudilla de Miel blanca, tres onças de vinagre, todo en un heruor. Donde no hallaren vnguento Ejiciaco, pongan estos poluos con el popote (mojados los algodones en el cocimiento) sobre las llagas.

Alumbre quemado y Cardenillo partes yguales, Aluayalde otro tanto como las dos cosas, muélanlas y mesclèlas. Quando esto no bastare, para que las llagas sanen, quemenlas con vna gota de agua fuerte, puesta en el popote. Si no tienen agua fuerte ,hagan este lauatorio del qual yo vse muchas vezes cò mucho prouecho del enfermo. Tomen agua de Ceuada mondada medio quartillo, Alumbre quemado tres dramas, Cardenillo media drama, Soliman vn escrupulo, Miel blanca quatro onças. Muelà bien las tres cosas, y todo junto de vn heruor, y con vn hisopo de lienço mojado en el cocimiento, se curaran mejor. No teman el Soliman, que es muy poco, y no puede hazer daño, si o mucho prouecho, y para las llagas de qualquiera parte es admirable, y mas para las de la boca. Quando las llagas vienen de bubas, no sanaran cò estos remedios, si no con los que puse en la cura de ellas. Las llagas de la boca de los niños se curan y sanan muy bien, refregándolas con vn lienço mojado en azeyte y Cardenillo muy molido 17.

De nuevo, sobre la odontalgia se aportan dos recetas, curiosamente tanto para “dientes y muelas” como para “muelas y dientes”.

Para dolores de dientes y muelas.
Cosa es muchas vezes esperimètada, que si (quando duelen los dientes y las muelas) se los limpian a menudo con vn palito de ocote vntado con poluos de chile seco, se quita el dolor. Los mismos poluos metidos cò vna cabeça de alfi lel grande dento de las narizes, haze venir à ellas y purgar los reumas, q a los dientes y muelas corrià, y quita el dolor de cabeça, si lo ay. Otro remedio, enxaguense tres vezes la boca cò vinagre templado con agua caliente, y quitarse ha el dolor de los dientes y muelas, como en mi lo he experimentado 18.

Para dolores de muelas y dientes.
Tomen vn poco de palo del Yecahuyexuchil, que los indidios lo ponen en tierra caliente por Vallado, y háganlo brasa, y assi lo echen en el agua. Calienten lo embueluan en vn lienço, y pónganlo sobre la muela o diente 19.

Pasando al “Libro Qvarto”, se titula el capítulo sexto “De la Anothomia de los dientes, muelas, enzias y quixadas”. En casi todo es similar a lo que dejó expuesto en su primer libro, persistiendo incomprensiblemente en errores de observación, lo cual confirma que la práctica de las operaciones dentales debió dejarlas en manos poco ilustradas como las de los barberos 20.