«Nos encantaría que nos imitaran porque la odontología social es necesaria en todas partes”
La odontología social distingue a Antonio Castaño Séiquer (Huelva, 1959), capaz de hacer de la necesidad virtud en una especialidad poco desarrollada, pero con grandes posibilidades de hacer más felices a las personas. Su lema (ayudar aprendiendo, aprender ayudando) le ha permitido crecer, llegar a destinos lejanos y darle un vuelo inusitado a su profesión. La Fundación Odontología Social Luis Séiquer es su gran obra, que muy probablemente le trascienda, y con la que está consiguiendo mejorar la salud bucodental de colectivos vulnerables y marginados. Y aunque entiende que su misión es más propia de los poderes públicos, sabe que pasará mucho tiempo hasta que el relevo se produzca. Mientras tanto, la odontología social tiene el mejor valedor y promotor en la figura de Castaño Séiquer.
ISMAEL SÁNCHEZ
Licenciado en Medicina por la Universidad de Sevilla, apuesta por la Estomatología. Aunque la especialidad es nueva para él, intuye que tiene grandes necesidades no cubiertas que pueden ofrecerle un notable desarrollo profesional.
Antonio Castaño Seiquer: Tuve familiares prestigiosos que me acercaron a la Medicina y que se preocuparon más por ayudar a la gente que de ganar dinero. En concreto, me influyeron notablemente dos tíos míos: Julio López Mejías, uno de los padres de la Neumología en España, y Luis Séiquer, destacado cirujano vascular en Andalucía.
ODONTÓLOGOS DE HOY: ¿Y cómo estaba entonces la Estomatología?
ACS: A mediados de los ochenta era una especialidad insolidaria, muy guiada por el mercantilismo. Dependiendo del estrato social del paciente, se le daba uno u otro tratamiento. En los primeros años del nuevo Sistema Nacional de Salud creado por la Ley General de Sanidad, la Estomatología era claramente una especialidad cenicienta.
Es el profesor Aníbal González el que, en 1988, al acabar Castaño Séiquer la especialidad, le inocula el interés por la estomatología social. Ya entonces comienza a preocuparse por la cobertura de las necesidades básicas de las personas y por los derechos en salud recogidos en la mismísima Constitución.
ACS: El profesor González tenía un enfoque más preventivista, y a mí me atrae más el frente comunitario. Me preocupo por que la cavidad oral y sus enfermedades no tengan la misma consideración que otros órganos. Y me pongo manos a la obra, sabiendo que la labor solidaria tiene un efecto positivo inmediato, que en nuestro caso, se traduce directamente en un aumento notable de la autoestima del paciente, que se ve capaz de volver a sonreír.
ODH: ¿A qué atribuye el olvido de la salud bucodental por parte de las administraciones públicas?
ACS: Desde mediados del siglo XX que apareció la figura del odontólogo de atención primaria, siempre estuvimos ligados a una estricta y escueta cartera de servicios: exodoncias. Ese rol mutilador, que no le hizo ningún bien a la profesión, se perpetúa con la creación del SNS. Tampoco ayudó a cambiar la situación la falta de recursos que se movían en la especialidad y, desde luego, agravó la situación el secular conflicto entre estomatólogos y odontólogos. Y, por encima de todo, faltó visión estratégica por parte de los responsables políticos del momento.
En 1998 alcanza la categoría de profesor titular de Odontología Preventiva y Comunitaria y su actividad académica gana en profesionalización. Un año después, se produce el nacimiento del primer Máster en Salud Pública Oral impartido por universidad española, con el que Castaño Séiquer logra sentar las bases académicas y conceptuales de la odontología comunitaria.
ACS: La primera edición del máster ya tuvo 35 alumnos y después hemos tenido promociones de 80 y hasta de 90. De los 2.000 dentistas públicos que puede haber en España, un importante porcentaje ha cursado este Máster. Obviamente, este éxito no hubiera sido posible sin la participación de brillantes docentes con los que he tenido la suerte de colaborar: Antonio Sagues, de la Consejería de Salud de Andalucía, Manuel Bravo, de Granada, Federico Simón, impulsor del PADI vasco, el profesor González Sanz, de la Universidad Complutense de Madrid, y Joaquín Doldan, de la Universidad Nacional de la República de Uruguay.
ODH: ¿El propio éxito de este máster se puede interpretar como que, pese a los pesares, algo se estaba moviendo en la Odontología?
ACS: Vamos a ver, en tantos años, claro que hubo avances profesionales de relieve. Del odontólogo de cupo que solo hacía exodoncias fuimos pasando a una realidad más multidisciplinar, con equipos de atención primaria y centros de salud en los que ya figura el profesional de la Odontología, con programas preventivos de impacto como el PADI o los realizados en mujeres embarazadas, incluso algún que otro intento de incorporar la especialidad al sistema MIR. Sin embargo, el contexto mercantilista se mantenía y así ha llegado hasta nuestros días en los que parecen primar aspectos no estrictamente sanitarios como la cosmética, que están ganando la partida a lo que verdaderamente debería importar: la salud bucodental de la población.
ODH: ¿Cuál fue el apoyo más notable que recibió para lanzar y consolidar el Master?
ACS: Sin lugar a duda el de la Universidad de Sevilla. Yo me siento parte de esta institución al cien por cien. Sin su empuje hubiera sido muy complicado llegar hasta donde hemos llegado con la Fundación, llevando siempre con orgullo su nombre, eso sí.
Con motivo de un doctorado realizado en Lima (Perú), en 2003, y gracias a una ONG local, Castaño Séiquer comienza a dar forma a la Fundación Odontología Social. Apoyado otra vez por su inseparable Universidad de Sevilla, impulsa la creación de un grupo de cooperación para el desarrollo sobre odontología social y sitúa sus primeros retos asistenciales en Perú y República Dominicana.
ACS: Hacíamos odontología integral en zonas rurales deprimidas, en alianza con otras universidades como Alas Peruanas o la Autónoma de Santo Domingo. Atendíamos a unos 500 pacientes diarios, gracias al trabajo continuado de 80 o 90 profesionales. Podíamos alcanzar los 5.000 pacientes atendidos al año, pero el proyecto era excesivamente estacional, los límites los ponía el escaso tiempo del que disponíamos para llevar a cabo el proyecto. Estábamos a tope en agosto, pero en febrero ni aparecíamos por allí, y las necesidades bucodentales persistían.
ODH: ¿Le hizo esta circunstancia aparcar estos retos internacionales?.
ACS: Es verdad que ahora nuestra atención es más continuada y sólida en los proyectos que desarrollamos en España. Pero creemos en nuestra labor internacional y mantenemos los programas en República Dominicana, México y Marruecos. Buscamos iniciativas que tengan un corpus propio, que no sean un hecho aislado que sirva para hacer una foto y poco más. El turismo solidario es un peligro en el que nosotros no vamos a caer de ninguna manera.
«Creo que nuestro proyecto es perfectamente replicable y ojalá que se repita en otras comunidades autónomas.»
La Fundación nace formalmente en marzo de 2009. Es el Ayuntamiento de Sevilla el que acude a Castaño Séiquer para dar respuesta a un problema de salud bucodental en personas drogodependientes de manera que la intervención sanitaria se convierta en una herramienta de integración social.
ACS: Pese a toda la actividad que estábamos llevando a cabo, seguíamos sin una sede social, sin una sola clínica en la que pudiéramos sostener el proyecto. Finalmente, en 2013, logramos abrir un centro solidario en Sevilla, la capital española de la desigualdad, para atender a personas en riesgo social o en situación de exclusión. Desde entonces, entre 70 y 90 personas al día pasan por alguno de los cinco gabinetes dentales de los que disponemos.
ODH: ¿Cómo seleccionan a las personas que tienen derecho a usar sus servicios?
ACS: Nos ayudan otras instituciones, como ayuntamientos, Cáritas, Cruz Roja o Proyecto Hombre, que realizan el diagnóstico social que faculta a una persona para acudir a nuestra Clínica y asumen el coste del tratamiento, que obviamente es simbólico. Para 2019, el Ayuntamiento de Sevilla nos ha concedido 115.000 euros para la atención de personas o colectivos desfavorecidos y vulnerables.
ODH: La labor de la Fundación no sería posible sin los profesionales que colaboran. ¿Cuál es su perfil?
ACS: Hablamos de un odontólogo joven, con grandeza de espíritu, que trabaja a fondo y que termina su labor enormemente satisfecho, puesto que la labor solidaria te permite recibir más, mucho más de lo que das. No en forma de gratificación dineraria, sino con besos, abrazos y mucho cariño de quien mejora su salud bucodental y también su autoestima.
ODH: ¿Qué otras organizaciones colaboran en el mantenimiento del proyecto?
ACS: Me gustaría mencionar a compañías como Proclinic, que nos dona mucho material, la Caixa, que es casi como nuestra madre, y Clinic Cloud, que nos aporta el software de gestión. Pero también sentimos el apoyo de organizaciones profesionales como el Consejo General de Dentistas o la Sociedad Española de Prótesis Estomatológica y Estética (Sepes).
ODH: ¿Cuáles son los colectivos más beneficiados por la misión de la Fundación?
ACS: Empezaría mencionando a los drogodependientes, unas personas que están en situación de máxima exclusión social. Pero no nos olvidamos de la población infantil, una realidad grave especialmente en algunas comunidades como la gitana, donde los niños presentan bocas en un estado catastrófico. Y en los últimos años nos estamos acercando a las mujeres maltratadas. La boca es un elemento muy vulnerable en cualquier agresión, y las afectadas por esta lacra, ven muy lastimada su autoestima, por los problemas que se originan en sus dientes. En cuanto recuperan la sonrisa, estas mujeres ganan en la necesaria autoestima para rehacer sus vidas.
Desde 2016, una clínica dental solidaria aparece entre los servicios del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) que hay en Melilla. En alianza con el Colegio de Odontólogos de la ciudad autónoma, este gabinete atenderá este año a más de 2.000 pacientes y se convertirá en la clínica para refugiados más grande del mundo por nivel de actividad.
ACS: Nos encantaría que nos imitaran porque la odontología social es necesaria en todas partes. Queremos abrir también clínicas en el CETI de Ceuta, en Huelva y en Madrid. Mientras tanto, disponemos de la primera unidad móvil odontológica de Andalucía, y podemos hacer realidad nuestro sueño de atender a los más vulnerables entre los vulnerables. Creo que nuestro proyecto es perfectamente replicable y ojalá que se repita en otras comunidades autónomas.
ODH: ¿Cree que los odontólogos responderán positivamente a este creciente reto solidario que se está planteando en su profesión?
ACS: Yo creo que sí. Los profesionales sanitarios en general son solidarios y los odontólogos no somos la excepción. Lo que sí hay que procurar es activar los impulsos, tocar las fibras sensibles de los candidatos y darles todas las facilidades en cuanto a infraestructura y medios para que lleven a cabo su deseo de colaborar y mejorar la salud buco-dental de los desfavorecidos.
ODH: ¿Cuál es el futuro que le aguarda a la Fundación?
ACS: El ideal sería desaparecer en un escenario en el que los poderes públicos, las administraciones sanitarias asumieran nuestro trabajo. Pero francamente, y lo digo con tristeza, estamos a años luz de esta posibilidad. Así que mientras ese ideal se concreta, nosotros vamos a seguir creciendo e intentando atender a todas las demandas que nos lleguen y acudir a los lugares en los que se nos necesite. ●