Hablamos con Aída Gutiérrez Corrales

Aída, tu actividad está ligada a la Universidad de Sevilla, en la que eres profesora; al Colegio Oficial de Odontólogos de Sevilla, donde eres vocal de la Junta de Gobierno y presidenta de la Comisión Científica, y a SECIB y SEOENE, dos sociedades científicas en las que participas de manera muy activa. ¿De dónde sacas toda esta energía? ¿Cómo te organizas para sacar todo este trabajo adelante?

La verdad es que no es tarea fácil porque todos disponemos de las mismas horas al día, pero humildemente diría que la clave está en la organización del tiempo y en hacer pequeños sacrificios, ya que, como todo en la vida, el quid está en el equilibrio. En mi caso, he tenido la suerte de haber crecido rodeada de personas muy disciplinadas, constantes y metódicas, cuya capacidad de trabajo siempre me asombra.

Otro aspecto importante, si no el que más, es que sin duda tiene que gustarte. Y ahí no entra el hábito, sino la pasión. Digamos que eso no lo eliges o entrenas, sino que lo sientes… Algo parecido al amor, pero en este caso por la profesión.

Cada cosa que haces tiene que acabar mereciéndote la pena en el cómputo total. Si no, la entrega y las horas dedicadas a ello comienzan a perder sentido. Todos sabemos que el tiempo es muy valioso. Supongo que la clave está en invertirlo en aquello que nos haga felices y consiga sacar lo mejor de nosotros mismos con la retroalimentación del deber cumplido, pero, sobre todo, con la realización y el orgullo personal del buen hacer, mucho más en una profesión sanitaria como la nuestra.

En cuanto a la capacidad de trabajo, es sin duda porque me enseñaron lo que conlleva pertenecer a un equipo. Yo misma he podido comprobar que esa es la clave para obtener resultados e ir cumpliendo objetivos. Absorber todo lo que ofrecen las sociedades científicas, el ámbito colegial o la Universidad requiere que una deba entregarse en cuerpo y alma, ya que siempre se recibe más de lo que se da, aunque coincido contigo en que demanda mucha energía, por lo que la base es tener grandes compañeros, más que solo colegas de profesión, que ante cualquier flaqueza te refuerzan, un equipo de trabajo que se apoya y aúna fuerzas para remar en la misma dirección. También he de reconocer que he tenido mucha suerte en mi vida profesional, porque todos mis capitanes de barco han sido maravillosos líderes y grandes personas por lo que siempre he tenido buenos referentes a los que tomar como ejemplo. La verdad es que me siento muy afortunada.

¿Cómo fue el principio de todo? ¿Por qué decidiste estudiar Odontología?

Sin duda gracias a la influencia de la profesión de mi padre, aunque creo que ser la mayor de mis hermanos también tuvo una repercusión en el devenir de mi carrera. En primer lugar, recuerdo durante mi niñez a mi padre trabajando en casa con su ordenador o sus diapositivas antiguas (las cuadradas de proyector) y sentarme en su regazo para enseñarme lo que hacía. Aquello despertó en mí un especial interés y, por qué no, una admiración que fue calando en mi interior y fue desarrollándose al punto que al acabar mis estudios obligatorios tuve muy claro lo que quería hacer.

Por otro lado, mi padrino, José María Llamas Carreras (Chiquito), querido y reconocido ortodoncista, solía venir a casa frecuente- mente a preparar los casos con mi padre y yo, con los ojos de una niña, admiraba en secreto su trabajo en común sin darme cuenta de que quizás aquello iba consolidándose en mi interior. Ahora creo que, de forma inconsciente, se fueron forjando en mí las raíces de mi profesión.

Luego, con el paso de los años, quizá por ser la mayor de tres hermanos, desarrollé una empatía hacia los demás. Siempre me ha importado el bienestar de los que me rodean y me siento absolutamente plena cuando contribuyo a ello. En parte puede ser por eso por lo que tengo una implicación especial, valga la redundancia, con los pacientes especiales.

De igual forma, creo que la decisión de qué carrera elegir nos viene grande a la mayoría cuando estamos en pleno proceso de madurez, pero diría que supe elegir bien siempre con la ayuda y apoyo de mis padres, a los que les debo ser feliz con mi trabajo cada día. Elegí Odontología porque así lo sentí y ahora que me dedico a la especialidad de los pacientes especiales y a la ciru- gía bucal no puedo sentirme más afortunada. Además, la Odontología nos permite un trato directo con personas, ofreciendo soluciones a problemas que cambian las vidas de los pacientes. El sentirse realizado profesionalmente gracias a paliar el dolor de los demás o a contribuir en mejorar sus vidas es algo muy gratificante a nivel personal. Además, la odontología ofrece la posibilidad de compaginar horarios cómodos para la conciliación de la vida familiar y adaptar el ritmo de trabajo según el momento personal o profesional que cada uno esté atravesando. Es una entrega muy bonita que a día de hoy hace que todo merezca la pena.

“La odontología nos permite paliar el dolor de los demás o contribuir a mejorar sus vidas y eso es algo muy gratificante a nivel personal”

¿Quiénes han sido tus referentes profesionales?

Para responder a esta pregunta tomaré una frase de Isaac New- ton en una carta dirigida a Robert Hooke en 1676: “Si he llegado a ver más lejos que otros es porque me subí a hombros de gigantes”. Tengo la suerte de haber tenido a grandes profesionales que me han enseñado a amar la profesión y el buen hacer. A ellos les debo hoy todo mi agradecimiento. En el ámbito universitario, sin duda, está el Dr. Daniel Torres, como mentor en investigación y apoyándome durante mi carrera de posgrado, cuya capacidad de trabajo nunca dejará de sorprenderme. El Dr. Guillermo Machuca es otro gran referente para mí en el ámbito de los pacientes especiales. Estoy en deuda con él por abrirme un camino tan bonito en mi profesión y enseñarme tanto cada día. Las doctoras Ma Ángeles Serrera y Maribel González son mis compañeras de Facultad que me regalan su amistad cada día y a las que admiro por dónde han llegado y por ser mujeres tan luchadoras. En el ámbito colegial tengo que citar a los doctores Luis Cáceres y Rafael Flores, junto a sus juntas de gobierno, que me han sabido transmitir el buen hacer de la profesión, el don de gentes y cómo el trabajo en equipo se multiplica por el bien común. El Dr. David González Padilla, cirujano maxilofacial, ha sido también una persona excepcional y muy generosa conmigo durante mis prácticas hospitalarias. A mi padrino, Chiquito Llamas, le debo en gran parte lo que soy hoy en día y le aprecio enormemente como persona, más allá de como el reconocido ortodoncista perteneciente a la escuela de Angle que es. Estas personas siempre han creído en mí y me han apoyado a lo largo de los años, por lo que les estoy tremendamente agradecida. Un punto y aparte merece el Dr. José Luis Gutiérrez Pérez. Ellos son mis “gigantes”.

Tener un padre tan relevante en la profesión como el tuyo, ¿cómo te marcado?

Esta quizá sea la pregunta más difícil de la entrevista, así que voy a permitirme abrirme a los lectores y ser totalmente sincera. A lo largo de los años, he crecido viendo las dos versiones de José Luis, la de padre y la de referente de profesión. A veces he intentado separarlas, pero con el tiempo comprendí que resulta imposible debido a la admiración que siento hacia él por ambas vías. Hoy en día, si analizo mi visión con perspectiva, le reconozco como uno de los referentes en la Cirugía Oral y Maxilofacial; como un perfecto líder, ya sea en el Hospital Universitario Virgen del Rocío o en la Facultad de Odontología; a uno de los mejores ponentes que embelesa con su oratoria. Pero también veo al José Luis que se alegra por los logros de sus hijos o que sufre las posibles dificultades en la vida de los que les rodean, que disfruta alternando libros frente a una puesta de sol en Cádiz o en su rol de chef familiar, como buen pucelano que es, amante de la carne roja y el buen vino. De todo lo que representa, de todas sus vertientes, lo mejor es su versión humana.

Durante muchos años se me han acercado compañeros diciéndome lo que le aprecian, lo que supone para ellos, cómo les ayudó… y eso es la parte que más orgullosa me hace sentir como hija. Creo sinceramente que por encima de ser uno de los médicos más reconocidos del país o autor de numerosas investigaciones, gerente del Servicio Andaluz de Salud, catedrático, tres veces decano de la Facultad de Odontología, etc., lo que más orgullo le produce es influenciar a los que les rodean con su ejemplo y compartir sus logros con su familia. Ese es el quid de su personalidad. Mi padre, por encima de todo, es una persona ejemplar, humilde, buena y generosa y ahí radica que sea un rey Midas del siglo XXI, convirtiendo en oro lo que toca, principal- mente a la gente que le acompaña.

En cuanto a mí, la parte agridulce ha sido la de huir del famoso “ser hija de” y de tener cumplir una serie de expectativas, lo que, en mi caso particular, ha provocado un mayor nivel de autoexigencia que, en algún momento, me ha llevado a tener que bajar el ritmo y dar un paso atrás para coger impulso. Aprendí con ello que todos somos humanos, que las comparaciones son odiosas y que me siento inconmensurablemente orgullosa de llevar sus genes. Se dice que la primera hija es la versión femenina del padre, algo así como Atenea lo es a Zeus en la mitología griega. Para mí, el haber heredado parte de su carácter, la pasión por la cirugía bucal o el interés por la música clásica hace que me sienta orgullosa de ser Aída Gutiérrez a la vez que aumenta mi admiración por él cada día. En todas sus vertientes.

Has completado tus estudios en diferentes países. ¿Cómo ha influido esta circunstancia en tu formación?

Sin duda esta parte de mi formación ha sido la más gratificante a nivel personal, fuera del mundo de la odontología. Mis padres nos educaron a mis hermanos y a mí como “ciudadanos del mundo” desde pequeños, inculcándonos el aprendizaje de idiomas como una diversión más que una imposición, por lo que al llegar a la adolescencia, eso nos ha permitido ser más libres y perder el miedo a cruzar la frontera. Mi último año de carrera lo cursé en la Charles University de Praga, República Checa gracias a una beca Erasmus. Por aquel entonces, Odontología pertenecía aún a la carrera de Medicina y recuerdo las clases magistrales en aulas de madera con forma de semiluna y la clínica con ese semblante de los edificios de la Europa del Este. En un principio, por la influencia de mi padrino, el Dr. Llamas, iba a especializarme en Ortodoncia. Yo misma fui paciente y amante de los beneficios de esta especialidad, pero, gracias a Praga, ese año comprendí que mi camino iba hacia la cirugía bucal y descubrí mi “alma tarantina”. Realicé intervenciones quirúrgicas que me producían una felicidad que no sabía cómo expresar y, aunque las clases eran en inglés y los exámenes bastante complicados, Praga me regaló, por un lado, la pasión por la cirugía bucal y, por otro, una cultura europea vivida desde su interior.

Tras esto, volví a mi Sevilla natal para comenzar mis estudios de posgrado con el Máster Propio de Cirugía Bucal y el Máster Oficial en Ciencias Odontológicas, el cual me permitió cursar una Beca Erasmus Plus en la Universidad de Chieti-Pescara, en Italia. Fue una estancia de un semestre basado principalmente en investigación y fue totalmente un regalo. Allí descubrí la suerte que tenemos en España de poder realizar prácticas los propios alumnos directa- mente con pacientes, ya que en Italia las intervenciones las realiza principalmente el profesor a ojos de sus pupilos. Esta estancia me enseñó la calidez humana de los italianos, quienes me incluyeron en líneas de investigación abiertas y me acogieron como a una más, sin nombrar la belleza del país y su cultura gastronómica.

Por último, tras terminar esta beca y volver a Sevilla para la finalización de los másteres, comencé otro Máster Oficial de Odontología Médico Quirúrgica e Integral, el cual era la primera edición, y me permitió compaginar la investigación con la práctica quirúrgica, despertando en mí la curiosidad por el doctorado. Gracias a la recomendación del Dr. Daniel Torres, pude realizar una estancia de investigación internacional predoctoral en la Universidad de Nantes, Francia. En este caso no fue tan fácil, ya que el nivel de exigencia -al ser un laboratorio dedicado a patologías del metabolismo óseo, investigación animal, etc.- fue tan alto que de estar tres meses me propusieron quedarme casi un año, ya que era el mínimo de tiempo requerido para poder obtener resultados oportunos. ¡Ni te cuento lo que son los tecnicismos en un francés con acento bretón! Sinceramente fue la estancia que más me costó, pero la más gratificante, porque gracias a la misma hoy en día estoy acreditada como contratada doctora, así que, como diríamos en el sur, “que nos quiten lo bailao”.

“La mayoría de los recién graduados emigra buscando experiencia laboral y ahorrar para volver a España pudiendo afrontar económicamente el máster con el que soñaban. Pero la realidad es muy diferente y al final nuestros dentistas acaban dedicando unos 5 años de su vida a trabajar en el extranjero y las ganas de la formación desaparecen con el paso de los años”

Por cerrar el ciclo, tras volver y comenzar los estudios de doctorado, conocí a los doctores Volland y Jöergens (Universidad de Frankfurt) que acudían a impartir ponencias en la Universidad de Sevilla como invitados. Gracias a su ayuda y colaboración, pude finalmente publicar mi tesis doctoral y actualmente pertenezco a su ONG “Daktari for Massaai”, con la que colaboro en vera- no realizando un proyecto precioso de atención odontológica en Tanzania. Llevamos la odontología a los lugares más recónditos que te puedas imaginar. Y esto es lo que da sentido a la primera frase con la que he querido responder tu pregunta.

¿Tú qué les recomiendas hoy a los odontólogos recién graduados? ¿Trabajar de manera inmediata? ¿Especializarse primero? ¿En España? ¿En el extranjero?

Esta pregunta tiene tantas respuestas que, digamos, depende de la situación personal unida a las ambiciones de cada persona que nos esté leyendo. Me explico. Al terminar el Grado en Odontología, muchos alumnos deciden buscar un trabajo con el que empezar a obtener seguridad disfrazada de experiencia o porque es la única opción factible con la que estabilizarse económicamente; otros deciden buscar “suerte y fortuna” en el extranjero (normalmente Francia o Reino Unido son los dos destinos más recurrentes por cercanía y condiciones laborales), y un tercer grupo apuesta por continuar su formación con un posgrado o cursos de especialización.

Tras meditar esta pregunta, poniéndome en la piel de los tres grupos mencionados a través de mis alumnos y sus inquietudes, diría que ante la gran oferta de formación que tenemos hoy en día el alumno recién graduado se muestra muy perdido en cuan- to a elegir bien. La primera recomendación sería que elijan una formación de calidad. En este sentido, recomendaría másteres oficiales o cursos de especialización/posgrados avalados por la Universidad (mejor que aquellos que prometen prácticas sin mu- cho sustento teórico), porque al igual que “la cultura es aquello que se queda cuando se olvida lo aprendido”, una formación de calidad es lo que garantiza un aprendizaje que no se olvida, que nos prepara para saber actuar ante las posibles complicaciones y que favorece la especialización del dentista.

La segunda recomendación sería que, ante la necesidad de trabajar, lo hagan 1-2 años, ya que el hábito de estudio suele perderse y, bajo mi punto de vista, existe el riesgo de acomodarse ante la remuneración del trabajo, pero la vida laboral es muy larga y, si alguno tiene clara la especialización en alguna rama odontológica, le diría que intentara compaginarlo, ya que hoy en día la mayoría de los cursos o másteres se promocionan permitiendo que el alumno pueda realizarlo cumpliendo a la vez con su trabajo. La tercera recomendación, relativa al extranjero, se la recomendaría a todo recién graduado simplemente por la realización personal que la aventura supone, por la ganancia de un idioma y la experiencia laboral, aunque este apartado digamos que merece un punto y aparte por su complejidad.

Muchos jóvenes odontólogos se están yendo al extranjero, pero de manera obligada…

Desgraciadamente tienes razón. Te puedo contestar esta pregunta por mi contacto con los alumnos de último curso del Grado y el asesoramiento que ofrecemos a los jóvenes egresados des- de el Colegio Oficial de Dentistas de Sevilla (CODS). Por poner un ejemplo, uno de los países más demandados es Francia, donde cada año emigran en torno al 10% (cifra en aumento) de los alumnos con ofertas de trabajo muy atractivas. La mayoría emigra buscando experiencia laboral y ahorrar para volver a España pudiendo afrontar económicamente el máster con el que soñaban. Pero la realidad es muy diferente y al final nuestros dentistas acaban dedicando unos 5 años de su vida a trabajar en el extranjero y las ganas de la formación desaparecen con el paso de los años. El mercado laboral en el mundo odontológico para los recién graduados es complicado en cuanto se les requiere un mínimo 2-3 años de experiencia. Creo que esta es una de las principales razones por las que eligen contratos más allá de la frontera, además de la inexistencia de números clausus o los contratos con mínimos porcentajes para el dentista que ofrecen las franquicias. Eso es una realidad y por ello seguimos trabajando desde las diferentes instituciones públicas para mejorar las condiciones de trabajo e intentar garantizar el bienestar de nuestros dentistas recién egresados.

Por último, una especial mención al reconocimiento de las formaciones de posgrado en el extranjero. Otra vía de trabajo en expansión, ya que muchos dentistas deben realizar pruebas de evaluación en el país de destino para poder trabajar de especialistas y eso frena también la decisión de realizar una especialidad en España.

¿Y cómo crees que debería ordenarse la formación de los odontólogos especialistas, ya sea en Cirugía Bucal o en cualquier otra especialidad odontológica?

No tengo duda al respecto. Considero que cuando algo funciona muy bien lo que hay que hacer es “copiarlo” y no emplear esfuerzos inútiles en “reinventarlo”. Me refiero a que en España contamos con un sistema de formación de especialistas en las profesiones sanitarias que es un ejemplo para el mundo entero: los MIR, EIR, FIR, QIR, PIR, etc. (médicos, enfermeros, físicos, farmacéuticos, químicos, psicólogos, etc. internos residentes).

Prácticamente todas las especialidades odontológicas que podrían ser aprobadas por las instancias competentes del Ministerio de Sanidad y Consumo cuentan con trayectorias intachables de formación especializada, de tres años de duración y con los mismos requisitos y exigencias que las especialidades ya re- conocidas en Europa, en el ámbito universitario, aunque, al no disponer de estas especialidades de manera oficial en nuestro país, el título obtenido sea un título propio. Con la creación de las especialidades en la Odontología, considero que estos centros universitarios serán el referente para las mismas a través de la oportuna acreditación por parte de las comisiones nacionales de las especialidades, que también tendrán que crearse de manera análoga a las que ya están consolidadas en el mapa sanitario español e, insisto, constituyen un auténtico modelo de éxito.

También estás muy involucrada en el campo de la investigación y, fuera de la Universidad, en la formación continuada de los odontólogos. De todos los “frentes” que tienes abiertos, ¿en cuál te encuentras más cómoda?

No te voy a negar que en mi caso he ido sintiéndome más o menos cómoda, como comentas, en base al momento personal. En primer lugar, suelo definir la investigación como correr una maratón a ritmo de sprint, en el sentido de que el mundo de las publicaciones avanza muy rápido y demanda mucha dedicación. Aunque también es cierto que, una vez que entras en él, acabas recogiendo los frutos de lo sembrado a pesar de la energía que demanda. Durante años, gracias a un equipo en la Universidad de Sevilla liderado por el Dr. José Luis Gutiérrez y el Dr. Daniel Torres, comencé mi andadura en el mundo de las publicaciones y el Doctorado y reconozco que no es tarea fácil, pero invito a todo aquel que tenga la curiosidad a que se inicie. Una vez comienzas a dar los primeros pasos y a entenderlo desde dentro, cada vez resulta más gratificante. Diría que ningún inicio es fácil, pero que merece la pena. Fuera de la Universidad, colaboro con el Hospital Universitario Virgen del Rocío desde hace años en proyectos de investigación o realizando ensayos clínicos. Es toda una experiencia poder contribuir a todos los avances que van saliendo adelante, pero diría que en este ámbito es crucial rodearse de un equipo responsable y comprometido, ya que los resultados suelen aparecer a lo largo de los años y demanda mucha dedicación, aun así el trato con los pacientes que esta parcela me ha permitido conocer me ha regalado grandes y gratificantes experiencias.

En cuanto a la formación continua, pertenezco a la Comisión Científica del CODS (Colegio de Dentistas de Sevilla) y diría que ahora mismo me siento muy cómoda en este ámbito. Este ritmo es difícil mantener en el tiempo, pero ahora mismo los cursos de formación a nivel colegial u organizados por sociedades científicas me permiten conocer a dentistas de primer nivel con los que actualizar conceptos ya adquiridos, a la vez que reencontrarme con compañeros a lo largo de los años. Ahora mismo disfruto mucho el hecho de formar parte de la formación continuada de los odontólogos.

¿Construir un currículo tan completo como el tuyo te ha supuesto sacrificar en gran medida tu vida personal?

Pues no te niego que quienes me conocen dirían que sí, porque son ellos quienes lo han “sufrido”. Todos hacemos sacrificios a lo largo de nuestra carrera, sobre todo con las personas más cer- canas a nuestra vida cotidiana, disminuyendo nuestra disponibilidad para ganar horas de trabajo o para responder a un simple email urgente y ausentándonos incluso en momentos importan- tes por la asistencia a cursos o congresos. Esto lo he vivido en persona y me ha costado bajar el ritmo, ya que lo disfrutaba tanto que no era consciente de la velocidad que he llevado durante años. Muchos a mi alrededor me preguntan “¿Cómo sacas tanta energía?” o me dicen “¡No paras, no sé cómo lo haces!”. Comentaba anteriormente que en esta entrevista me abro a los lectores de la forma más sincera y humana, y espero que mi ejemplo sirva para saber que a veces uno se encuentra en la cresta de la ola y siente que puede con todo y otras simplemente necesita bajar el ritmo para continuar. Aunque recalco la importancia de la dedicación y la constancia, también diría que hay que aprender a decir que no a tiempo, a poner límites cuando no llegamos a lo que nos gustaría y, sobre todo, intentar tener cerca a quienes se alegran por nuestros logros porque, al final, el éxito compartido es doblemente bueno.

¿Tu tiempo de ocio lo compartes con personas relacionadas con la profesión o tus amigos pertenecen a otros mundos?

Durante muchos años la profesión me ha regalado momentos de ocio con compañeros de trabajo, como nos ocurre a todos supongo, solo que el pertenecer a diferentes instituciones o sociedades científicas me ha permitido conocer personalmente a un distinto rango de personas que antes admiraba por sus investigaciones, libros, forma de exponer o gestionar equipos, etc. y hoy en día son amigos más allá de su faceta odontológica. Con unos aprendo mucho, como lo hago con el Dr. Guillermo Machuca sobre cine, con otras compañeras a las que tengo un gran aprecio hago el camino del Rocío, con otros comparto viajes que quedan en el recuerdo como con la Junta del Colegio de Dentistas de Sevilla o vivencias con compañeros del Máster de Cirugía durante tantos congresos de SECIB.

En la vida profesional también encuentras personas, como en mi caso la profesora Leticia Bagán, de Valencia, que se han convertido en amigos muy especiales. Diría que con el paso del tiempo valoro mucho los equipos de trabajo porque el conocer a las personas detrás de los “apellidos” es muy gratificante y me hace aprender cada día. Pero también conservo grandes amigos y amigas de la infancia, anteriores a mi recorrido universitario, que no pertenecen a la odontología. Con ellos y con ellas comparto más de lo que les gustaría sobre “dientes”. Digamos que hay varias vertientes en la vida de cada uno y a día de hoy disfruto de la sobremesa con mi familia, una puesta de sol con mi pareja o reuniones con amigos de fuera del trabajo a los que me siento muy unida porque siempre han sabido exprimir el tiempo que les he podido dedicar. Al igual que con los colegas de profesión, me siento muy afortunada por las personas que tanto contribuyen a la felicidad de mi vida personal.

Creo que ahora estás estudiando Musicología. Aparte de esto, ¿qué es lo más te gusta hacer fuera de la clínica y de la Universidad?

La Aída fuera de toda vertiente profesional suele dejarse llevar por la curiosidad, que es la madre de todas las ciencias y eso me ha llevado a sumergirme de lleno en mis aficiones. Diría que todos tenemos hobbies, nos encanta viajar y sabemos identificar aquello que nos produce felicidad, pero en mi caso tomaré la música como ejemplo. Desde pequeña sonaba en mi casa músi- ca clásica de fondo y he sentido el disfrute que actualmente me produce ir a un concierto o a la ópera, pero siempre he buscado entender esa sensación que produce en mi interior desde el pun- to de vista del entendimiento para llegar a disfrutarlo al máximo. Es por eso que, cuando he empezado a estudiar los fundamentos de la música o a entender su evolución a través de la historia, he descubierto un mundo apasionante que cada vez me permite irme respondiendo mejor a las preguntas que me van surgiendo. Aunque siempre vuelven a surgir nuevas preguntas a medida que uno avanza, como todo en la vida.

Considero además que las nuevas generaciones están muy mentalizadas con la importancia del ejercicio. En mi caso he aprendido mucho del deporte y todo lo que conlleva. Siempre he jugado al tenis, estuve en la selección andaluza de baloncesto y actualmente dedico 3-4 días a la semana a hacer ejercicio inten-

so y considero que es algo absolutamente necesario. Cultivamos la mente, pero es muy importante cuidar nuestro cuerpo, si no la energía que nos mueve acaba pesando cada vez más. Supongo que viajar a Cuba y poder defenderme bailando salsa, leer un buen libro de Milan Kundera o de mi autor favorito, Javier Marías, y escuchar música cuando salgo a correr son mis tres hobbies más valorados cuando dispongo de tiempo para mí misma.

“La investigación es como correr una maratón a ritmo de sprint… El mundo de las publicaciones avanza muy rápido y demanda mucha dedicación”

¿En qué ha cambiado la Aída Gutiérrez de hoy con respecto a la Aída Gutiérrez de hace 10 años? ¿Cómo crees que influyen estos 10 primeros años de ejercicio profesional en la trayectoria de un odontólogo?

La respuesta a esta pregunta la responderían mucho mejor que yo las personas que me han acompañado durante mi evolución, pero aludiendo a mi ciudad natal, tomaré parte de una sevillana titulada Pasa la vida, que dice: “Pasan los años, se va la juventud calladamente, pasan los años…”. Fue ayer cuando comenzaba mi carrera profesional tras la Licenciatura y si algo me mueve por dentro al hacer balance es lo rápido que pasa todo. Tras 10 años de profesión y continua formación lo que recojo a día de hoy es una gran satisfacción al poder contribuir devolviendo a la sociedad todo aquello que he aprendido, basado en el buen hacer de mis maestros y maestras y siempre intentando dar lo mejor de mí misma. Me llena de satisfacción inculcar parte de mi pasión a los alumnos y alumnas de los distintos niveles con los que interactúo ofreciéndoles ilusión por el devenir que tienen por delante. Creo que lo que se recoge tras plantar con mimo y regar con esfuerzo durante tantos años los proyectos vitales es la sensación “de dormir tranquila” sabiendo que día a día intento trasladar a mis pacientes todo lo bueno que tiene por ofrecer la odontología.

Para terminar, me gustaría compartir con los lectores una frase de Marie Curie que me ha acompañado durante toda mi vida buscando el sentido de lo que hacía: “El trabajo científico se debe realizar por sí mismo, por la belleza de la ciencia y lue- go siempre existirá la posibilidad de que un descubrimiento científico se convierta, como el radio, en un beneficio para la humanidad”.