Javier Fernández Parra. Presidente del Colegio de Dentistas de Granada

El exceso de profesionales y la publicidad engañosa son un caldo de cultivo que afectan a la calidad asistencial

Hijo y nieto de dentistas, Javier Fernández Parra (Córdoba, 1967) mantiene intacto el hilo de una vocación  que en breve cumplirá 90 años de consulta ininterrumpida, aunque no exenta de autocrítica. Es odontólogo titulado en plena transición hacia la especialidad y tiene todavía presente la mirada de reojo que le echaban los estomatólogos como incierto representante del nuevo colectivo. Mantiene su vínculo con la Facultad de Granada, donde sigue ejerciendo como profesor asociado, firme defensor del pregrado y escéptico en torno al desarrollo del posgrado por la dejadez de la Universidad en general. Presidente del Colegio de Dentistas de Granada desde hace siete años, no oculta su desencuentro con el actual Consejo General, al que le reclama transparencia, y justifica con convicción sus críticas, pero asume que cambiar la corporación es sumamente complejo. Los problemas de la profesión también están en la mente de Fernández Parra, y a la vez, su principal responsable: la Administración, que no estaría interesada en solucionar el exceso de profesionales ni la publicidad a veces engañosa. Sabe que, como muchos compañeros, debería estar más pendiente de la gestión, pero la atención al paciente sigue siendo su prioridad. No sabe si continuará en el ámbito colegial porque aunque no le gustan los mandatos eternos tampoco comparte las autolimitaciones.

Odontólogos de hoy: ¿Qué objetivos tiene marcados para el Colegio de Granada?

Javier Fernández Parra: Los objetivos de los colegios son prácticos, alejados de las políticas que conciernen a consejos autonómicos y al Consejo General. Nuestro trabajo en estos últimos años ha ido encaminado a facilitar el ejercicio profesional diario a los colegiados con reuniones periódicas con las delegaciones o concejalías de Salud, Consumo y Medio Ambiente, tanto de la Junta de Andalucía como del Ayuntamiento.

Por otra parte, estamos volcados en dos grandes pilares. El primero es la formación. Para ello hemos dotado al colegio de una sala de prácticas, aparte del salón de conferencias,  con treinta puestos, a la que intentamos dar el máximo de uso con un programa científico atractivo y gratuito. Como segundo pilar, la deontología, con una labor de mediación importante que se está complicando en los últimos tiempos por la cantidad de quejas recibidas, la mayoría, del mismo tipo de clínicas.

«En el debate de las especialidades, los colegios hemos estado torpes, con enfrentamientos estériles con la Universidad»

Fuimos pioneros en crear un Observatorio de Publicidad, en tener cuota cero para los colegiados en paro, en acercar la información (protocolos, consentimientos informados) del colegio a los colegiados, a través de una aplicación móvil para poder imprimir en cualquier momento, y seguiremos buscando ideas que ayuden en el día a día a nuestros colegiados.

ODH: ¿Cómo es la relación del Colegio de Granada con sus colegiados?

JFP: La relación es cercana, aunque, como en todos los colegios creo, echamos en falta más implicación por parte de los colegiados.

ODH: ¿Cuál es la situación actual de los colegios y el Consejo General? ¿Su funcionamiento es trasparente y su gestión eficiente?

JFP: Sin dejar de agradecer la labor realizada por el actual  Ejecutivo y el clima más sosegado que entre todos hemos conseguido, nuestra idea de cómo debe ser el funcionamiento del Consejo General es muy diferente al actual. Somos firmes defensores de una gestión donde la Asamblea de Presidentes, máximo órgano de representación colegial, debe marcar las políticas y estrategias a seguir, correspondiendo al Ejecutivo coordinarlas y llevarlas a cabo. La política de nuestro Ejecutivo es diametralmente opuesta: ha reducido de cuatro a sólo dos las reuniones interautonómicas, también ha prohibido la asistencia a dichas reuniones a los presidentes que no sean a su vez presidentes autonómicos –antes permitido con voz pero sin voto- y, además, sólo convoca las dos asambleas ordinarias obligatorias.

«Mi visión de la transparencia y la información al colegiado es muy diferente de la que tiene el Consejo General»

Estas reuniones no siempre tendrían que ser presenciales, gracias al avance de las nuevas tecnologías, vías de interacción de todos los colegios de forma permanente gracias a la inmediatez de las redes, etc… Pongo por ejemplo las campañas de publicidad, que realizan los distintos colegios de forma individual sin conocer lo que los demás realizan a su lado.

Nuestra visión de transparencia y de información a los colegiados de la labor del Ejecutivo y de la propia Asamblea tampoco es compartida por el Consejo. Entendemos que en determinados  asuntos debe primar la reserva, pero también defendemos que éstos deben ser la excepción. Echamos en falta la publicación de los acuerdos de la Asamblea para conocimiento de los colegiados y defendemos el derecho de los colegiados a conocer el sentido del  voto de sus representantes.

ODH: El debate sobre las leyes electorales está de moda en la vida pública. ¿Cree que la forma en que se elige a los miembros del Consejo General, que permite que un colegiado de Madrid valga hasta veinte veces menos que el de otra autonomía, es justo?

JFP: La forma de elección me parece completamente injusta por varios motivos. Además de la que señala, existe otra injusticia añadida al votar los colegios y los consejos autonómicos. Se da el caso que, de esta forma, un presidente de una comunidad autónoma uniprovincial, como Murcia o Asturias, tiene dos votos y una provincia como Granada o cualquier otra andaluza, con similar número de colegiados o mayor, posee un voto y una octava parte de otro por pertenecer a una autonomía con ocho provincias.

Por otra parte, aceptando que el Consejo General es un consejo de colegios y, por tanto, son sus presidentes los que votan al Ejecutivo, creo que la colegiación debería tener parte activa en la elección de sus máximos representantes, en un proceso que debería ser más transparente. Con el sistema actual, una candidatura formada por colegiados externos a la Asamblea no tiene prácticamente posibilidad de ser elegida. Por el contrario, una candidatura plagada de presidentes o miembros de juntas colegiales afines al Ejecutivo, sea cual sea éste, -donde, además, pueden sumar  vocales supernumerarios (figura no recogida en nuestros Estatutos pero utilizada por los últimos ejecutivos) la convierte en invencible.

Como anécdota, contaré que en la última elección de 2014 -en la que participé dentro de una candidatura encabezada por Carlos Borrás junto a compañeros y compañeras ajenos a la Asamblea y, por tanto, desconocidos para los presidentes que iban a votar-, la defensa de los programas de las dos candidaturas presentadas se fijó para el día anterior a la elección, con una duración de una hora para cada una. Esto es legal, pero poco generoso democráticamente cuando dos miembros del anterior Ejecutivo –Óscar Castro y Juan Carlos Llodra- que llevaban meses postulándose abiertamente para la presidencia por separado, utilizaban la sede del Consejo para reunirse en presencia del mismísimo presidente Alfonso Villa como testigo con el fin de unificar sus candidaturas, como finalmente hicieron. Sobre este tema  podría escribir un libro.

ODH: ¿Cuáles son los retos y dificultades a los que tienen que hacer frente los profesionales de hoy?

JFP: El principal problema es el exceso de profesionales y la falta de regulación en publicidad sanitaria. Ambos, unidos, propician un caldo de cultivo que, me atrevo a decir, afecta gravemente a la calidad asistencial.

La Administración, incapaz de dar una asistencia dental adecuada a la población, es permisiva con ciertas prácticas que atentan contra el sentido común. Por poner un ejemplo, ¿cómo se puede permitir legalmente que un paciente salga de una primera visita con una financiación firmada de cirugía para la colocación de implantes, sin haberle dado tiempo para la lectura del consentimiento informado o, como en la mayoría de los casos, ni siquiera el documento? ¿Cómo se puede firmar una financiación a expensas de pruebas complementarias y por tanto sin un plan de tratamiento definitivo?  Salud te dirá que es competencia de Consumo y viceversa.

ODH: En el debate eterno sobre las especialidades, ¿cuál es su posición? ¿A quién le corresponde en este momento mover ficha?

JFP: En el tema de las especialidades hemos estado torpes. Se ha perdido tiempo en enfrentamientos estériles y no productivos con la Universidad y en la creación de las especialidades no oficiales del Consejo que tuvieron un recorrido de una sola promoción. Creo sinceramente que el Ejecutivo actual ha reconducido la situación y, ahora el balón está en manos de la Administración que, dicho sea de paso, nunca ha tenido mucho interés en crearlas.

«Prestamos un servicio sanitario, no se trata de obtener dinero fácil, aunque la rentabilidad es imprescindible»

No obstante, mientras llegan, colegios, universidades y centros acreditados de enseñanza deberían hacer un frente común para que la formación mediante másteres en áreas específicas, como posible germen de las futuras especialidades, cumplieran con un programa unificado y reglado, a un precio razonable y con una admisión basada en los principios de igualdad de méritos y capacidad.

Si la Universidad defiende de verdad la creación de especialidades debería dar un paso en este sentido, unificando criterios, simplificando ese marasmo de títulos propios de master, expertos, diplomas de las distintas facultades, eliminando las entrevistas personales para la admisión, poniendo precios razonables, etc. Los colegios, por su parte, tienen que estar dentro de esta lucha y no crear un sistema paralelo de enseñanza sin profesorado competente, sin instalaciones, sin calidad, como intentó el Consejo. A este sistema, por cierto, el Colegio de Granada se opuso desde el principio.

ODH: ¿Cuáles son los problemas o incidencias que plantean habitualmente al Colegio los profesionales de Granada?

JFP: La mayoría, surgidos del día a día. También alguna desavenencia a raíz de inspecciones de los distintos organismos de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento, problemas derivados de alguna queja de pacientes, críticas quejas sobre determinada publicidad del sector… Desde el Colegio se intenta facilitar todos los trámites posibles a los colegiados.

ODH: ¿Es el dentista de hoy un buen gestor?

JFP: Pues no sabría contestarte bien, pero me atrevo a decir que en general no. En este sentido, el Colegio organiza prácticamente todos los años algún curso de gestión y la asistencia es bastante alta. En el último, el conferenciante preguntó a la sala sobre cuántos conocían el coste real de determinados tratamientos habituales y, creo recordar, sólo dos compañeros habían realizado los cálculos con todas las variables.

ODH: ¿La ética es compatible con un buen resultado económico?

JFP: Por supuesto. De hecho, van de la mano. Más allá de las modernas técnicas de marketing y gestión, tan de moda, la mejor forma de fidelizar a un paciente es el trabajo bien hecho. Cuando en el ejercicio de nuestra profesión impera la ética y se tiene por objeto principal la salud del paciente y no el beneficio económico, estamos en el camino acertado. A fin de cuentas, se trata de prestar un servicio sanitario, no de conseguir dinero fácil, aunque sin duda la rentabilidad es imprescindible.

En este sentido, la situación cada día es más difícil, pero en la mayoría de las clínicas consolidadas, la ética y el buen hacer profesional trasmitido de paciente a paciente es la clave de su resultado económico. Y las nuevas clínicas, propiedad de colegiados jóvenes, deben tener paciencia, como en todas las profesiones hoy en día, pero con buena formación y con la misma ética profesional harán una cartera de pacientes suficiente para que el balance sea positivo siendo conscientes que la profesión es una carrera de fondo y que no hay atajos.

La misma ética cabe exigir a los colegiados que trabajen por cuenta ajena, también deben anteponer la ética profesional a los resultados empresariales. Es complicado a veces, pero necesario.

ODH: ¿Cómo son las relaciones de los colegios de Andalucía con la Administración autonómica?

JFP: Las relaciones con la Administración siempre deberían ser fluidas, sin por ello dejar de ser firmes en nuestros planteamientos en defensa de los pacientes y de los colegiados. Los colegios andaluces somos muy conscientes de ello y todos los presidentes tenemos reuniones periódicas con nuestras respectivas delegaciones. A nivel de la Consejería, las cosas son más difíciles y corresponde a nuestro presidente, Luis Cáceres, contestar este tema.

ODH: En materia de salud bucal, ¿qué le falta a Andalucía?

JFP: Lo mismo que al resto de España. Un sistema público y universal de prestaciones odontológicas. No puede ser que, excepto los niños adscritos al PADA (Plan de Asistencia Dental de Andalucía), el único servicio odontológico incluido en la cartera del SAS (Servicio Andaluz de Salud) sean las extracciones dentales. Es difícil entender por qué una prótesis de rodilla es más importante que una prótesis de boca. Nadie entendería una mutilación de parte de nuestro cuerpo sin la posterior prótesis o cirugía reconstructiva y, sin embargo, es lo que se produce en la boca.