El Ministerio de Sanidad ha alcanzado un acuerdo para la actualización de la cartera común de servicios de salud bucodental, noticia publicada estos días y que me sugiere algunas reflexiones que no hacen sino incidir en lo que ya hemos dicho en otras ocasiones.
Ya hace más de treinta años en una conversación con un político, en ese momento con responsabilidades en sanidad, me manifestó que en la sanidad pública lo único que se hacía era “sacar muelas”. Yo, que entonces ocupaba una plaza de odontología en la sanidad pública le corregí, eso es incorrecto le dije, en la sanidad pública vemos a pacientes que demandan asistencia odontológica y hacemos un diagnostico previo a toda actuación, que aunque usted no se lo ha planteado es lo primero que se debe hacer. No solo en odontología y medicina sino en todo, a título de ejemplo le pregunté si antes de aprobar unos presupuestos no hacían una evaluación de las necesidades, cuestión que no me contestó. Continué explicándole que tras el diagnóstico lo que venía posteriormente era unas indicaciones de tratamiento, que en el caso de afectar al diente, el único que prestaba el sistema público era la extracción, pero con el resto de “cosas” que había en la boca ocurría algo parecido, si el paciente tenía un problema susceptible de ser tratado se le informaba (ahora se llama consejo de salud) para que si podía fuese a tratarse fuera del sistema, pero que si lo que veíamos era una lesión en sus mucosas se realizaban las pruebas diagnósticas necesarias, radiológicas o biopsia y se prestaba el tratamiento médico y/o quirúrgico necesario. A pesar de lo sencilla que intenté hacer mi explicación, estoy convencido que ni intentó entenderlo ni le importó.
Lo cuento porque me da la impresión de que los políticos siguen sin enterarse de lo que ocurre en la sanidad pública, no saben lo que se hace, ni lo que se necesita. Buena parte de lo que dicen que van a incluir en la cartera de prestaciones ya se está haciendo en muchos lugares, el problema es que está mal gestionado políticamente.
Uno de los problemas que tenemos es que en la planificación de necesidades y la toma de decisiones no hay odontólogos ni estomatólogos. En nuestro número 41, febrero 2020, Javier Cortés, en su Tribuna de Salud Pública ya decía acerca de la intención de implementar la atención en salud bucodental, “es una declaración de intenciones digna de aplauso, pero lo primero que debemos exigir es que cuenten con expertos en salud pública dental que los hay”.
“Tenemos, pero no los escuchan”
En nuestro número 37, mayo 2019, el profesor Aguirre Urizar de la UPV/EHU, manifestaba no entender cómo se iba a separar a los estudios de odontología de los de medicina y enfermería, alejándolos del hospital universitario.
En nuestro nº 46 el profesor Ustrell Torrent de la U.B. abogaba por introducir la odontología hospitalaria en los planes de estudio.
Ya remontándome diez años atrás en nuestro número 1 informábamos de la concesión al Dr. Silvestre Donat de la “Cruz de Plata de la Solidaridad Social» en reconocimiento a su labor con los pacientes discapacitados, trabajo que desarrolla en el Hospital Doctor Peset, centro público dependiente de la Generalitat Valenciana, uno de los pocos servicios de odontología hospitalaria en España, junto con el del Hospital General de Valencia.
También podrían darse una vuelta por Pamplona y visitar la Sección de Odontología que dirige el Dr. Cardona, dependiente del Servicio Navarro de salud, y por otros muchos lugares donde se trabaja dentro del sistema público por la salud bucodental, a pesar de los políticos que se supone la dirigen.
La casa no se empieza por el tejado, se empieza con los cimientos, apoyen a la universidad, creen unos servicios hospitalarios de odontología para los pacientes oncológicos y con necesidades especiales y refuercen los de atención primaria con una organización adecuada a las prestaciones que se pretenden dar, tienen ejemplos dentro de la propia estructura y profesionales capacitados para hacerlo, pero no inventen ni improvisen, eso conduce al fracaso.