La Consejería de Salud y Consumo de Andalucía inicia un serio camino en la organización de la salud bucodental en su territorio. Acaba de publicar un ambicioso plan que bajo el título “Plan Integral de Salud Bucodental de Andalucía (PISBDA)” hace un muy exhaustivo análisis de la situación actual, identifica las áreas que necesitan mejorar y despliega una serie de objetivos, generales y específicos, a alcanzar en el plazo de cuatro años -horizonte situado en el 2027-, define las estrategias para su consecución y su plan de evaluación. Quizá sea el plan de salud más exhaustivo de cuantos se han publicado en nuestra área hasta el momento.
Contabiliza, analiza y hace el diagnóstico de todas las áreas que afectan a la acción sanitaria: estado de salud, organización clínica en atención primaria y hospitalaria, promoción de la salud, programa PADI, atención a la discapacidad y otros colectivos específicos, formación, investigación, evaluación y sistemas de información. El análisis es pormenorizado, entrando al detalle en todas las áreas, así como en la definición de objetivos específicos y medidas a tomar. En cuanto a los recursos humanos, los cifra en 243 efectivos netos con un reparto desigual por provincias, y un total de 231 gabinetes de odontología. Solo el 59% del personal trabaja integrado en una Unidad de Gestión Clínica (UGC). La población de Andalucía, con ocho provincias, se cifra hoy en unos 8,6 millones de habitantes.
Ya sabemos que la atención a la SBD en la sanidad pública en nuestro país es precaria, cuenta con recursos muy limitados, no tiene una dirección estratégica y no es precisamente una prioridad para las autoridades sanitarias. Por ello, no es de extrañar que en este análisis aparezcan con mucha frecuencia los calificativos de: “falta de conocimiento” (del PADI, de las prestaciones en general, del programa embrazadas, etc. tanto por los profesionales sanitarios como por la población), “falta de coordinación”, “escasez de recursos”, “dificultades de coordinación”, “falta de protocolos”, “necesidad de mejora”, desconocimiento de funciones”, “fallos en la cumplimentación de la historia clínica” y varios más que definen una situación que requiere una actualización y reorganización profundas.
Define unos objetivos y estrategias de actuación muy ajustados a las necesidades, pero que quizá son demasiado ambiciosos para un plazo de tan solo cuatro años (y unos recursos tan limitados). En lo funcional, propone como prioritario extender el modelo de Unidad de Gestión Clínica (UGC) en SBD y la creación de nuevos gabinetes odontológicos para cubrir una ratio menor a 30 minutos de desplazamiento (no dice cuántos serían necesarios). La UGC es una estructura organizativa donde el profesional sanitario es el responsable de la gestión y su propósito es mejorar la gestión asistencial y de recursos en aras al buen servicio y la sostenibilidad del sistema. Es un sistema relativamente novedoso -aunque Andalucía, creo, ha sido pionera- y habrá que ver su adecuación a nuestras características particulares.
En lo puramente asistencial, expresa la necesidad de elaborar protocolos en prácticamente todas la áreas para homogeneizar las actuaciones en un territorio tan extenso como Andalucía, que a día de hoy presenta una gran variabilidad de una zona a otra. A este respecto es muy positivo que proponga una actualización del “Proceso de Atención a la Caries Dental”. Propone realizar campañas de educación sanitaria y campañas informativas para mejorar el conocimiento de los profesionales y de la población de las prestaciones en SBD e incrementar la captación de personas necesitadas de servicio, muy especialmente entre colectivos vulnerables. Es de destacar igualmente la revisión que propone para mejorar la calidad de cumplimiento de las historias clínicas por profesionales adheridos y públicos. También, impulsar la formación continuada, definiendo áreas específicas y hacerla obligatoria y promocionar la investigación entre los profesionales.
Por último, y a mi modo de ver muy relevante, propone mejorar la calidad de los sistemas de información incluso acudiendo a la modificación del Decreto 521/2019 por el que se regula la prestación 6-15 años, rediseñando los formularios de historia clínica y la integración e interoperabilidad de sus sistemas de registro. Sin un sistema de información estandarizado y fiable, es imposible dirigir este barco.
Un trabajo magnífico de recopilación e identificación de todas las áreas implicadas para dar un buen servicio; un completo catálogo de acertadas intenciones al que le falta como mínimo la cuantificación de los recursos necesarios para llevarlo a cabo. Y la mayor carencia en mi opinión: de nuevo, un notable intento de ordenar la SBD en el sistema sanitario, se olvida de la figura de Dirección o Coordinación general y provincial, dada la extensión de esta Comunidad, por profesionales dentistas.
¿Podrán los efectivos actuales acometer estas mejoras y pasar consulta cada día? ¿Cuándo va a tomar la profesión el control de la planificación y dirección sanitaria de su área?