Recientemente se han dado a conocer los resultados de un estudio que muestra que la utilización de la amalgama de plata es ya residual entre los dentistas españoles y ha sido sustituida masivamente por las resinas compuestas (vulgo “composite”); sólo el 1% la utiliza, aunque hasta un 20% cree que no sería conveniente eliminarla del todo porque tiene aplicación en algunos casos. Yo me apunto a ese veinte por ciento. El potente argumento detrás de este cambio es la necesidad de limitar el uso del mercurio por sus efectos adversos para la salud y el medio ambiente. Las razones son de peso, qué duda cabe, aunque ya sabemos que, en el caso concreto de las amalgamas, el riesgo es para quien que la manipula más que para el paciente. De lo contrario, habríamos muerto ya todos de intoxicación por mercurio, tal ha sido la extensión de las obturaciones de amalgama en los países industrializados desde hace más de cien años.
La seguridad y durabilidad de las
obturaciones de amalgama está más
que probada
La seguridad y durabilidad de las obturaciones de amalgama está más que probada. La mayoría de los estudios sobre longevidad de las restauraciones muestran que la amalgama gana de calle a las resinas compuestas y que éstas requieren ser sustituidas con más frecuencia que las anteriores. Las razones de esta mayor tasa de fallo no parecen claras, siendo una de ellas que las resinas requieren una técnica de colocación más cuidadosa y depurada. Pero lo cierto y seguro es que fallan antes y con mayor frecuencia. Así pues, nos situamos ante una disyuntiva un tanto enojosa entre la necesaria protección frente al uso del mercurio y la duración de las restauraciones, que es lo mismo que decir la duración del diente restaurado que, a su vez, es lo mismo que decir: la salud oral del paciente.
Se defiende que los “composites” pueden sustituir a la amalgama como material restaurador, pero a la luz de los datos todavía deben mejorar para tener la misma tasa de éxito en el tiempo. Y añado: a la luz de los datos y de la experiencia de quien ve bocas a diario. La ciencia y la experiencia. La ciencia muestra la peligrosidad del mercurio, la experiencia que la amalgama es un buen material de obturación, aunque no estético (algo que hoy se demanda prioritariamente).
Se define a la odontología –al igual muchas otras profesionescomo “arte y ciencia”. Dice Kory Stamper en su divertido y a la vez sesudo libro “Palabra por palabra” (Capitán Swing, ed.) que ella prefiere llamarlo “oficio” y no “arte”. El arte implica el encendido repentino de una bombilla iluminadora, algo extraño producto de la intuición; el oficio, por contra, implica trabajo cuidadoso, repetición de actos, compromiso, formación, práctica,… en definitiva, “horas de vuelo”.
Los “composites”, a la luz de los
datos, todavía deben mejorar para
tener la misma tasa de éxito en el
tiempo que la amalgama
Dicho esto, las resinas compuestas son la realidad incontestable. Pero no puedo menos que sentir cierta nostalgia por las cuidadas amalgamas que tantas y tan buenas obturaciones nos han dado. Debe ser por los años que llevo de “oficio”.