Encaramos el último año de esta segunda década desastrosa y vertiginosa del S.XXI. Una década marcada por lo más duro de la gran recesión debida a la crisis económica y financiera iniciada en el año 2008. En nuestro pequeño mundo de la odontología, ha sido una década desgraciadamente marcada por los escándalos protagonizados por algunas franquicias dentales, particularmente, y sin mencionar alguna de menos impacto nacional: Funnydent, Vitaldent e Idental. Fue una sucesión de casos y no es descartable que sigan apareciendo otros, y ofrecen una muestra más de la opacidad de una parte del sector de la salud dental.
Leo en un informe sobre estos escándalos que somos los países del sur de Europa los más – si no los únicos – colonizados por estas empresas que mercantilizan la salud hasta el punto de convertirla en un puro mercado, o más bien en un mercadillo al estilo de los que se montan los fines de semana en los pueblos y ciudades para ofrecer productos a los más bajos precios: no importa lo que el paciente necesite o su salud requiera, importa el precio (y su financiación, que ahí está el secreto y la madre de estas estafas). En este su coto particular, el implante es el rey. La banalización de este tratamiento médico rehabilitador – una técnica que requiere una cirugía invasiva, conocimientos profundos de anatomía y biología, no exenta de riesgos aunque éstos sean pequeños, etc. – es tan atroz, que uno ya no sabe si se trata de un tratamiento médico o de la oferta de un jabón de lavadora «dos por uno». Tanto éxito han tenido, que resulta que España es el cuarto país (o lo era hasta hace poco) en consumo de implantes dentales en un ranking que encabeza Alemania seguida de Italia y Francia; y es el primero en la ratio implante/habitante. Estas franquicias suponen el 8% de las clínicas dentales en España pero colocan, ojo al dato: ¡El 35% de los implantes dentales! Quien no lo quiera ver, señores responsables políticos de velar por la seguridad y la salud de la población, es que está ciego.
Pero esta década deja otras iniciativas honestas, sinceras, de servicio a la comunidad, que producen progreso (degradada palabra blandida hasta la náusea por algunos políticos que nos anuncian políticas progresistas como si no hubiéramos conocido el progreso antes que ellos) como ha sido la integración de España en la «Alliance for Cavity-Free Future» (ACCF) cuyo capítulo español se dio a conocer en Madrid en el mes de junio de 2019. Alianza que se produce por la sinergia de expertos profesionales e instituciones que, a través de diversas iniciativas de carácter público y privado, tiene por objetivo un futuro libre de caries. También se ha producido la incorporación al sistema PADI de la Comunidad de Madrid; habrá que ver su recorrido.
«Lo primer que debemos exigirles es que cuenten con expertos en salud pública dental, que los hay»
Estrenamos gobierno de coalición en España. El pre-acuerdo entre los dos partidos gobernantes declara en su artículo 2.2.2 la intención de elaborar un plan para «…introducir progresivamente la Atención a la Salud Bucodental de la población en la cartera de servicios del SNS«. Es una declaración de intenciones digna de aplauso. Iremos viendo. Pero lo primero que debemos exigirles, yo me permito hacerlo desde estas páginas, es que cuenten con expertos en salud pública dental, que los hay. Que no pase como en tantas comunidades autónomas en las que al frente de la salud bucodental hay médicos que desconocen la odontología.