PICOPATOLOGIA Y PINTURA. PARTE I

 

¿Existe una relación entre un trastorno mental y la creatividad artística?

La pregunta básica es si una determinada obra de arte, en este caso un cuadro, puede reflejar una cierta patología mental.

 La respuesta pienso que es afirmativa ya que la percepción que hace el autor de SU REALIDAD puede ser un reflejo del SI MISMO o de la SOMBRA del propio autor, según el concepto de estos términos de Carl Jung.

Es este término propio del existencialismo, “el ser arrojado al mundo”. El ser humano percibe lo absurdo de la vida y cuando es capaz de asumir este sentido tiene varias vías de salida. Una de ellas es el suicidio que no deja de ser un reflejo de una actitud cobarde. Otra vía es la religión que nos lleva a la no asunción de la propia caducidad de la existencia asumiendo por dogma una vida “mas allá de la muerte” y, por último, la tercera vía es la de la asunción completa de lo absurdo de la existencia buscando un determinado propósito que ponga en evidencia nuestro propio sentido de la vida. Esto queda muy bien reflejado en la obra de Albert Camus “El mito de Sisifo” (FIGURA 1) en la cual, Sisifo es castigado por los dioses y condenado a arrastrar una enorme piedra hasta la cumbre y cuando llega a esta, la piedra vuelve a caer. Así, durante toda la eternidad. Sisifo encuentra un propósito de vida en esta condena y consigue, no solo sobrevivir sino, además, lograr un cierto grado de bienestar.

FIGURA 1 El mito de Sisifo.

 

Sisifo pues ha encontrado la tercera vía a la que nos referíamos anteriormente y es justamente en esta tercera vía en la que se encuentra la realización de cualquier obra artística. Es decir, el arte en general y la pintura en particular sería el reflejo del propósito del ser humano que le permite enfrentarse a la enorme angustia que supone estar lanzado al mundo y arrojado ante la muerte.

 

Caben varias preguntas:

¿Cómo distintos artistas caminan por esta vía de enfrentamiento a la propia esencia descabellada de la vida?

¿De algún modo, en sus obras reflejan este propósito o bien reflejan la tragedia a la que se enfrentan y que puede originar una cierta patología mental?

Algunos siglos antes del pensamiento existencialista ya había pintores que reflejaban lo absurdo de la vida y la asunción de la muerte como un destino inevitable. En el siglo XVI, Brueghel el Viejo (1526- 1569) representaba en algunos de sus cuadros la tragedia y el desastre del mundo de entonces con escenas agresivas, procaces y obscenas, introduciendo en su obra toda la garra de la destrucción, lo obsceno y lo prohibido.

El Triunfo de la muerte (FIGURA 2) es una obra caótica de desesperanza ante un final inevitable. Brueghel introducía en sus obras términos como la destrucción, lo obsceno, lo prohibido… con la posible interpretación de emociones no aceptadas o reprimidas de su profundo preconsciente.

(FIGURA 2) Brueghel el viejo. El Triunfo de la muerte (1560)

 

Hay varios estudios que recogen la relación entre la creatividad y una cierta tendencia a la patología mental. C. Andreasen, de la Universidad de Iowa realizó un estudio en un taller de alumnos escritores becados para ver la prevalencia de determinados estados depresivos o psicóticos, comparado con otro grupo de alumnos sin esta cualidad creativa, llegando a la conclusión de que la presencia de este tipo de estados patológicos era más frecuente entre los alumnos escritores y sus familiares que en el grupo control.

En Harvard se realizó una investigación en una población de estudiantes en la que se comparó la patología depresiva con la creatividad concluyendo que había una importante correlación entre ambas.

Profundizando en la biografía de importantes pintores se ha visto claramente que hay más enfermos mentales entre estos artistas. Voy a distinguir entre cuatro grandes trastornos: el daño cerebral, los trastornos psicóticos, los trastornos depresivos y los que ahora se llaman «trastornos de la personalidad».

En relación al daño cerebral, sabido es que la enfermedad de Alzheimer destruye la personalidad y trastorna todas las actividades cerebrales. El famoso pintor Willem de Kooning (1904 -1997) uno de los grandes expresionistas norteamericanos, atesora cuadros excelentes y una producción muy parca porque era tan perfeccionista que trabajaba durante meses en cada cuadro (FIGURA 3).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(FIGURA 3) De Kooning. Woman-Ochre (1955)

 

Llegó a ser uno de los quince mejores artistas según las grandes revistas internacionales, pero padeció Alzheimer. A los setenta años, tras dos años de sequía creativa, empezó a pintar de forma distinta. Tras su tratamiento empezó a crear enormes cuadros en tan grandes cantidades (más de doscientos en un año), que inundó el mercado del arte durante los tres últimos años de vida, mientras que antes de la enfermedad, paradójicamente, le costaba meses enteros pintar uno solo. Quizá la calidad de esta pintura última no iguala a la anterior, pero la desestructuración del Alzheimer permitió una hiperproductividad (FIGURA 4).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(FIGURA 4) De Kooning. Untitled (1987)

Un claro ejemplo de los trastornos psicóticos lo tenemos en la obra del italiano Giorgio de Chirico (1888-1978)

En concreto, de Chirico –un aristócrata que desde niño fue un hipocondríaco, padeció trastornos digestivos y estuvo muy apegado a su madre– sufrió un internamiento por psicosis cuando tuvo que ir al servicio militar. Instalado en París, se convirtió en el ídolo de los surrealistas. De Chirico sufrió más tarde varios episodios psicóticos; se enfadó con André Breton; regresó a Italia; empezó a decir que la obra que había hecho durante diez años no era suya (tuvo una crisis de identidad); vivió solo; y murió en un hospital «como un loco».

Muchos cuadros de de Chirico muestran una imagen reflexiva de lo que significa lo absurdo de la vida. Son expresiones graficas del más puro existencialismo. Crea espacios sugerentes en los que las figuras son elementos puramente pasivos y observantes.

(FIGURA 5) De Chirico. Plaza metafísica (1913)

 

Se ha denominado pintura metafísica a esta forma de expresión que pone en evidencia la percepción integra del SER en su absoluta soledad existencial. En Plaza metafísica (FIGURA 5), De Chirico expone una plaza en soledad con una perspectiva muy simple, con muy pocos matices y con dos figuras aisladas de todo su entorno, que, sin embargo, parecen tener un contacto visual que refleja esa búsqueda de su propósito de vida en los demás seres que conforman su entorno social.

Siguiendo con los trastornos psicóticos, tenemos que mencionar a Vincent Van Gogh (1853-1890) el cual era un psicótico perfectamente definido (probablemente sufría una psicosis esquizoafectiva) y también padecía episodios de inquietante extrañeza. Se discute entre diversos investigadores si su producción estuvo afectaba por su psicopatología a pesar de que en los brotes psicóticos agudos realizó gran parte de la producción que todos conocemos.

 

(FIGURA 6) Van Gogh. Autorretrato (1890)

 

El Autorretrato (FIGURA 6), fue uno de los últimos cuadros que realizo el pintor y el último autorretrato que pinto. Este periodo de aislamiento y de confusión mental que vivió en los últimos años de su vida se refleja en esta obra que expone un semblante serio y confuso con una mirada penetrante hacia el mismo y hacia el espectador que lo observa.

Sin embargo, el crítico de arte Robert Hughes cree que las obras del artista están ejecutadas bajo un completo control; de hecho, el pintor nunca trabajó en los periodos en los que estaba enfermo, a excepción de sus últimas obras.

Como vemos pues, la pintura puede reflejar un trastorno psicopático por parte del propio autor, pero es interesante ver y estudiar cual es la reacción del espectador ante una determinada obra realizada en este contexto. La observación de la obra y la interpretación por parte del observador también nos abre una puerta a nuestro propio estado psicológico intrínseco y, muchas veces, relacionado no con nuestro consciente sino con las profundidades de nuestro propio inconsciente.

En el próximo artículo hablaremos de los estados depresivos y de los trastornos de la personalidad aplicados a determinadas obras de distintos autores.