«La descentralización es lo mejor que le ha pasado a la sanidad pública»
La Sanidad en mayúsculas tiene en José Martínez Olmos (Guadix, Granada, 1958) a uno de sus grandes defensores y, por qué no decirlo, a uno de sus grandes pensadores actuales. Trascendiendo su adscripción política, Martínez Olmos, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, es una voz poderosa, recurrente y seguramente obligada para comprender la evolución del Sistema Nacional de Salud (SNS) en los últimos años. Nada escapa a su análisis y pese a los continuados cambios de responsabilidades, siempre ha mantenido un vínculo estrecho con el sector, que lleva camino de convertirle en una autoridad, más allá de juicios y posicionamientos. Su último libro, «El futuro de la sanidad en España», es tan ambicioso en su título como coral en su elaboración: 80 testimonios de personalidades procedentes de todos los ámbitos del sector que han contribuido a dar forma a un original sin sesgo. Porque, pese a su indudable vínculo socialista (ha sido alto cargo ministerial, diputado del Congreso y ahora senador del PSOE), Martínez Olmos sabe de cierto que el futuro de la sanidad no será cosa de un solo partido político.
ISMAEL SÁNCHEZ
Odontólogos de hoy: Reflexiones y propuestas para una Sanidad pública solvente es el subtítulo de su último libro, que ha sido recibido con notable interés por el sector. ¿Cuál cree que es el alcance real del término sostenibilidad en el SNS? ¿Verdaderamente estamos ante un sistema que tarde o temprano será insostenible?
José Martínez Olmos: La sostenibilidad entendida como la financiación suficiente de todas las prestaciones que haya que dar está mal enfocada. La sanidad pública debe pagar el coste de sus servicios, pero también es cierto que nos anuncian que la innovación va a hacer imposible esta situación. A mí esto me parece sencillamente imposible. Porque iría en contra del principio de actuación de las empresas, que necesitan a una sociedad que pueda pagar los productos que consume o necesita. Lo importante es posibilitar que la innovación tenga el retorno adecuado. Hay que trabajar en este sentido en el marco de la UE, que es más adecuado para buscar el equilibrio entre los proveedores de productos y los financiadores de los sistemas sanitarios. Si esto no se hace bien, podemos llegar a tener un problema de sostenibilidad, pero no por no pagar las facturas sino por un problema de inequidad. Los ciudadanos no querrán entonces pagar impuestos por un sistema de esa naturaleza.
ODH: O sea que entre la preservación de la sostenibilidad y de la equidad, se inclina por la segunda.
JMO: Es que si no hay equidad, el sistema no responde a la demanda de la sociedad. La equidad nos hace iguales, sin distinción de clases, de género ni de ningún otro tipo. Por eso hay que hacer un esfuerzo de planificación estratégica, aprovechar nuestra pertenencia a la UE, que es como pertenecer al club más importante del mundo en la prestación de servicios de salud. Y ser eficientes en la incorporación de innovaciones.
ODH: ¿Entiende que la evolución del gasto sanitario va a ser siempre creciente, sin discusión, o es posible una alternativa?
JMO: Si miramos el PIB de los países de nuestro entorno en los últimos 50 años, no podemos decir que la evolución del gasto sanitario haya sido imparable. Nosotros estamos ahora en el 6% de gasto sanitario sobre el total del PIB, y al final de la dictadura estábamos en el 4%. La capacidad de gasto es constante, pero no responde a los incrementos que se deberían derivar de los grandes avances científicos y tecnológicos a los que venimos asistiendo. El gasto no ha sido hasta ahora inasumible, ¿por qué tendría que serlo en el futuro? Los hechos no dicen que la sanidad vaya a ser, sí o sí, insostenible. Pero tampoco debemos cruzarnos de brazos. Hay que tomar medidas para preservar los valores del SNS.
ODH: Perdone que insista: entonces, más gasto sanitario, ¿siempre y en toda circunstancia?
JMO: No, más gasto siempre no. Habrá que gastar lo que haya que gastar y lo que podamos gastar. En resumen, la sanidad gasta en personal, en servicios corrientes y en tecnología. Y el Gobierno de turno debe hacer una planificación estratégica al respecto, que hoy no tenemos. Deberíamos contar con líneas de trabajo que anticipen escenarios. En este sentido, es difícil hacer esta tarea cuando tenemos 700 profesionales menos en el Ministerio de Sanidad que hace 5 años. Me preocupa enormemente esta descapitalización.
ODH: ¿Cuál es su opinión respecto a las ineficiencias del SNS?
JMO: Yo creo que la eficiencia macro del sistema es buena. Los resultados son buenos si nos fijamos en el porcentaje de PIB que dedicamos a la sanidad. En eficiencia micro se pueden conseguir algunas cosas, pero tampoco podemos esperar demasiado. Al estar el sistema en el marco de la función pública, tenemos los márgenes que tenemos. Yo prefiero las ventajas de ese marco pese a sus limitaciones. Y además, cuidado con la búsqueda de eficiencia: puede terminar afectando a la equidad.
ODH: Algunas voces atribuyen las ineficiencias y disfunciones del SNS a su configuración competencial y más concretamente a la culminación de las transferencias.
JMO: Yo defiendo que la descentralización ha sido lo mejor que le ha podido pasar a la sanidad pública. Para desigualdades, las que había en tiempos del Insalud; para insuficiencias, las de aquella época. Sí hay que hacer una reforma que defina bien las competencias de cada cual, un modelo federal en el que el Ministerio cumpla sus funciones de coordinación, de cohesión y de lucha contra las desigualdades. Somos partidarios de una reforma constitucional que blinde derechos fundamentales como la salud. Y de un plan de recursos humanos para el Ministerio, para que eleve su dotación tanto cuantitativa como cualitativamente, independiente- mente de quien gobierne. Necesitamos funcionarios cualificados. En esto último, hago una llamada dramática, nosotros ya planteamos en su día iniciativas pero fueron tumbadas por el PP. Con un Ministerio fuerte, podremos hacer mejor esa labor de coordinación.
ODH: En el libro no parece haber mucho espacio para uno de los deba- tes estrella de hace unos años: el de la gestión de los centros sanitarios.
JMO: Es un tema que ahora no es importante. Voy a ser provocador en este punto: yo creo que el Informe Abril fracasó. Porque no fue capaz de hacer una propuesta viable. Planteaba un nuevo modelo de gestión, que parecía más adecuado a las necesidades, pero que la realidad no podía asumir. Lo que es claro es que el marco de actuación de la gestión sanitaria es la función pública y no escucho alternativas a esto. Es importante que lo que los expertos proponen, también en gestión, sea viable. ¿Por qué vamos a cambiar la gestión de la sanidad? ¿Por qué va a ser diferente de la gestión de la Educación o de la Cultura? Oiga, tenemos una cultura de gestión de lo público, con sus ventajas y sus inconvenientes. Puede que el Informe Abril fuera interesante, pero estaba fuera de la realidad. Dicho esto, en mi libro sí hablo de otros asuntos relacionados con la gestión como la profesionalización de los directivos, la autonomía de gestión de los centros o la formación en gestión, para un buen uso de los recursos.
ODH: Pero nada de nuevas fórmulas para gestionar los hospitales.
JMO: No, porque la provisión pública ha triunfado y la sanidad privada debe tener su espacio, pero complementario. Y no hay ninguna formación política que defienda otra cosa que no sea esto.
ODH: El tan traído y llevado pacto por la Sanidad tiene para usted una exigencia clara.
JMO: Sí, yo pienso en un pacto no sólo entre grupos políticos, sino en un pacto que incluya a la sociedad entera, para que vigile lo que hacemos con la sanidad pública. Porque si hay un acuerdo muy grande en que la sanidad debe ser universal, gratuita, pública, etc., esto no puede quedar en manos de un Gobierno, sino que este debe dar cuenta a la sociedad de sus acciones.
ODH: Hablemos ahora del sector dental. ¿Qué posibilidades le otorga a una ampliación de las prestaciones actuales?
JMO: Yo creo que es imprescindible una asistencia preventiva y gratuita hasta los 16 años. Que genere salud por la prevención y genere hábito de salud. Esto hay que asegurarlo y, en la medida en que se haya podido debilitar en los últimos años, ahora habría que reforzarlo. El resto de prestaciones dependerá de la evolución de la economía. Si queremos incrementar prestaciones, hay que aumentar recursos. No sé si será posible y ni siquiera sé si es necesario.
ODH: El hecho de que sea un sector con precios libres afectaría a la equidad que tanto le preocupa a usted.
JMO: Seguramente. La asistencia dental es una asignatura pendiente. Hay situaciones que no han sido positivas, con fraudes al consumidor. Hay que garantizar la calidad en empresas y franquicias. Lo tenemos que hacer. El problema de fondo es que puede haber profesionales que no estén bien dimensionados en cuanto a su carga de trabajo; pueden no estar bien pagados.
ODH: ¿Qué opina de la controversia en torno a la actuación de algunas franquicias y aseguradoras?
JMO: Creo que no es justo generalizar. Hay situaciones que debemos corregir. Hay que darle garantías al paciente, con acreditaciones de calidad. Pero no solo aquí, sino en todos los servicios sanitarios. El desarrollo económico facilita el acceso a la atención dental. Deberíamos procurar que todos estemos tranquilos y seguros al acceder a estos servicios.
ODH: ¿Cómo es posible combatir mejor la publicidad engañosa?
JMO: A lo mejor la legislación actual no está pensada para estos extremos y puede que necesite una actualización. Vuelvo otra vez a la idea del sello o de la acreditación, que es sumamente interesante para el paciente. Y en el que los colegios profesionales y las sociedades científicas tienen mucho que decir. Lo mismo pienso respecto al intrusismo. Debemos mejorar la legislación vigente, trabajar juntos, profesionales y grupos políticos. Yo desde luego estoy dispuesto a trabajar con el sector.
ODH: ¿Qué le parece el papel de los colegios profesionales a los que antes aludía?
JMO: Deben ser democráticos y plurales en su funcionamiento. Su actividad es una garantía de protección para los pacientes. Y creo que también deben jugar una tarea importante en asegurar la calidad y en analizar la idoneidad de las innovaciones como parte de su compromiso con la sociedad.
ODH: ¿Y la cuota colegial?
JMO: No debería ser una limitación para los colegiados. Las cuotas deben ser asequibles y que aporten servicios, como la formación.
ODH: ¿Está de acuerdo en que la colegiación sea obligatoria?
JMO: No soy partidario de las obligaciones, pero tampoco creo que sea un problema. Francamente, la colegiación obligatoria no es un debate que esté ahora mismo sobre la mesa; yo por lo menos no lo percibo.
ODH: ¿Deben estar las juntas directivas de los colegios sometidas a incompatibilidad?
JMO: Insisto en que no soy partidario de obligar a nada, pero es cierto que un sindicato, una mutua o un colegio profesional son mundos diferentes. Aunque aborden temas en los que haya intersección. Si la directiva solo se dedica al colegio, mejor, pero esto es una opinión personal. Cuando no se da, afecta a la credibilidad y a la imagen de la institución. En general, se tiende a separar las cosas. No soy partidario de obligar, pero estaría bien separar las funciones de cada cual.
ODH: Para concluir, ¿qué mensaje le gustaría enviar al sector dental?
JMO: Ante todo, agradecer el trabajo de los profesionales porque, sin duda, la salud dental ha mejorado en los últimos años. Somos punteros en este sector. Y tenemos que ir de la mano, profesionales y políticos, en el futuro. Espero de veras que hablemos más, que nos trasladen sus proyectos y reivindicaciones. Y aquí la responsabilidad es mutua, de los profesionales y de los políticos. Debemos mirarnos más. Mutuamente, para dar más rentabilidad a la sociedad en términos de salud. ●