Algo más que PADI en la Comunidad de Madrid

F. JAVIER CORTÉS MARTINICORENA

F. JAVIER CORTÉS MARTINICORENA ESTOMATÓLOGO. DOCTOR EN MEDICINA Y CIRUGÍA

El PADI ha llegado a Madrid. El verdadero PADI, porque estamos acostumbrados a que se llame así a programas que no lo son, diría incluso más: algunos son la esencia opuesta de la filosofía PADI. En total hay ahora en España nueve comunidades autónomas con este servicio, que totalizan más del 50% de la población infanto-juvenil.

El programa aprobado por la Comunidad de Madrid es un PADI genuino, no en vano su promotor es el mismo que en 1990 lo inició en el País Vasco, JM Freire. Es curioso que haya tenido que ser una proposición de Ley presentada por la oposición _aprobada ya el 26 de diciembre de 2018, Ley de Atención a la Salud Bucodental y de creación del Programa de Atención Dental Infantil-Comunidad de Madrid– que tiene la virtud de haber contado con los votos favorables de todos los grupos políticos salvo Podemos, que se abstuvo. Otro hecho curioso, la abstención de Podemos, aunque sus argumentos no pueden sorprendernos: el programa establece conciertos con los dentistas privados y esto no les gusta. ¡Qué terribles oscuridades verán algunos en los servicios privados, que se trasmutan en blancos angelicales cuando se trata de servicios públicos! Esto no deja de ser un tan- to confuso. De lo que se trata es de dar un servicio a la población que por su dimensión y su especificidad los servicios públicos no están en condiciones de ofrecer. Y para esto tanto sirven unos agentes como otros, si se hace en el marco de un programa consensuado. No hay que buscarle razones ocultas.

«SE TRATA DE DAR UN SERVICIO A LA POBLACIÓN QUE POR SU DIMENSIÓN Y SU ESPECIFICIDAD LOS SERVICIOS PÚBLICOS NO ESTÁN EN CONDICIONES DE OFRECER»

 El programa, en sus líneas maestras, es un calco fiel del PADI del País Vasco: mismas edades cubiertas, misma cobertura incremental, mismo sistema de provisión público y privado, libre elección, mismos servicios incluidos, mismo sistema de pago. Y la creación de la Oficina Dental Comunitaria y el Consejo Asesor Dental. ¿Si una fórmula ha sido exitosa después de 25 años, por qué no repetirla?

«HAY QUE APLAUDIR QUE SE CREEN ORGANISMOS QUE VAYAN A ESTAR DIRIGIDOS -ASÍ LO DICE LA LEY APROBADA- POR MÉDICOS- ESTOMATÓLOGOS U ODONTÓLOGOS, ES DECIR,  POR DENTISTAS»

Si hace año y medio en estas mismas páginas denunciaba “una nueva oportunidad perdida” con la puesta en marcha en esa Comunidad de un programa de atención dental a todas luces insuficiente y mal planificado, hoy hay que decir que aquellos errores, en mi opinión, se han enmendado. Y hay que aplaudir que se creen estos dos organismos mencionados y que vayan a estar dirigidos -así lo dice la Ley aprobada- por médicos-estomatólogos u odontólogos, es decir, por dentistas. Algo que ha sido largamente reclamado por la profesión. Y también desde estas páginas.

Sin embargo quisiera llamar la atención sobre un aspecto de la Ley que parece ha pasado desapercibido. Entre sus fines, el punto 4 establece la necesidad de actualizar la regulación y crear los “instrumentos necesarios de control de instalaciones y actividades privadas en SBD” para “garantizar la seguridad, calidad y buenas prácticas así como los derechos de los pa- cientes y ciudadanos en relación con este tipo de servicios.” Incluyendo la “vigilancia sobre la publicidad y propaganda comerciales en este ámbito”, según declaraciones de la señora Marta Sánchez gerente asistencial de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid. El objetivo es obvio: la lucha contra los abusos de algunas corporaciones y marcas que se han introducido en nuestro sector. Tan importante puede ser esto como el mismo PADI.