La reforma de la Lay del Tabaco ¿y las otras?

Fernando Gutiérrez de Guzmán Editor

La reforma de la Ley del Tabaco aprobada por el Consejo de Ministros el 9 de septiembre de 2025 como anteproyecto, es una buena noticia para la salud pública y su buena acogida le viene muy bien a la ministra de sanidad que, estos días se ve tan cuestionada por la elaboración del estatuto marco.

El tabaco es la mayor causa de mortalidad prevenible, de disca- pacidades y un multiplicador de riesgo para quienes ya padecen otras enfermedades, especialmente respiratorias o cardiovascu- lares. Si reducimos la exposición involuntaria en terrazas, par- ques o campus y frenamos la iniciación adolescente al vapeo, bajaremos ingresos hospitalarios, reagudizaciones y años de vida perdidos. Es difícil encontrar otra intervención sanitaria con una relación coste-beneficio tan favorable.

Precisamente esa relación coste beneficio es la que más parece gustar, o al menos de la que más alardean nuestros gobernantes. Me llama la atención que las sanciones contemplan multas de hasta 600.000 euros para las infracciones más graves entre las que se encuentran la “publicidad”, aspecto en el que han hilado muy fino, mencionan todos los medios y soportes. Se nota que cuando quieren saben hacer bien las cosas.

Las consecuencias bien conocidas de desastres en la salud odontológica de la población, derivada de actividades inadecua- das (seamos suaves por una vez y sin que sirva de precedente), apoyadas de una publicidad claramente engañosa siguen sin ser prioridad de nuestros administradores, será que no hay riesgo excesivo para las arcas públicas. La tan demandada regulación de la publicidad sanitaria sigue en el cajón.

Me pregunto si serán tan estrictos a la hora de controlar la prohibición de fumar en los espacios prohibidos, como a 15 metros de un colegio o un hospital, como controlan las zonas de aparcamiento, lo digo porque seguramente sea más dañino un cigarro que un vehículo aparcado. Habrá que esperar a ver como se lo toman los alcaldes, pues ahora mismo sin esta Ley se puede actuar con tantos menores como hay fumando a las puertas de los institutos y nadie pasa por allí.

A los que piensan que merman su libertad estas prohibiciones, que los hay, y también entre profesionales sanitarios, aunque cada vez menos, les recuerdo que prima la libertad y sobre todo el derecho a vivir en un espacio limpio y sano.

Esta profesión está muy concienciada de los daños del tabaco, y lleva campañas por delante al propio ministerio, así que supone- mos será muy bien acogida.

La tan demandada regulación de la publicidad sanitaria sigue en el cajón

En fin, Señora ministra, bien por este proyecto, pero por favor acuérdese de los que estamos esperando, no por nosotros, por el conjunto de la población, porque si digo “de lo nuestro” se va a malinterpretar.