La Odontología en la obra de Fray Bernardino de Laredo (I)


    Javier Sanz Serrulla

    María José Solera Piña

    María Teresa Casero Gómez

     

    Uno de los textos menos recordados entre los de su tiempo con algún contenido odontológico es la Metaphora Medicine et Cirurgie, de Fray Bernardino de Laredo, un “lego del Renacimiento español” como le califica Diego Gracia en el prólogo de una edición reciente[1]. No obstante, no es una aportación menor en el panorama renacentista de la especialidad y mantiene características de la Medicina y la Cirugía de la época, fiel a los postulados clásicos sobre el origen y el tratamiento de las enfermedades.

    Bernardino de Laredo[2].

    En la mencionada edición de 2013, aseguran Laín y Ruiz Otín que nació Bernardino de Laredo en 1482 en Sevilla, de padres nobles hijosdalgo. Tras servir como paje a don Álvaro de Portugal, debió estudiar en su ciudad natal, si bien hoy en día no hay constancia archivística de sus grados académicos en Filosofía, Medicina o Teología, aunque su biógrafo Zamora Jambrina asegura que se licenció y doctoró en la segunda en el Colegio-Universidad de Sevilla y allí también ganó los mismos grados en la tercera. El grado en Artes (Filosofía) era requisito previo para matricularse en las siguientes. No obstante, por lo que respecta a la Teología, dicen ambas autoras que “por ciertos pasajes de la Subida del Monte Sión [una de sus obras] cabe concluir que no estudió en las universidades, ni las Sagradas Escrituras ni la teología, por lo que en estas materias podría ser un autodidacta”.

    Debió comenzar la práctica de la Medicina hacia 1507 y tres años después ingresó como hermano lego en el Convento de San Francisco del Monte de Villaverde, cercano a Sevilla, y estuvo vinculado al mismo, donde fue nombrado enfermero, además de boticario de toda la provincia. En el convento falleció hacia finales de 1540. Fuera de esa su casa actuó como médico en las ocasiones que personajes de relieve le requirieron, gozando de tanta fama como prestigio.

    Como autor ha de ser analizado en dos vertientes, místico-religiosa y médica, si bien ambas aparecen en gran relación durante la cultura médica del siglo de Laredo. Reservando para otros especialistas la mencionada Subida del Monte Sión, nos centraremos sucesivamente en las propiamente médicas, la Metaphora Medicine (1522) y el Modus faciendi cum ordine medicandi (1527), ambas editadas en Sevilla, siendo esta última la primera farmacopea redactada originalmente en castellano, sin que el nombre del autor conste en ninguna de las dos portadas.

     

    La “Metaphora Medicine et Cirurgie”.

    Este libro se tiró en 1522 en la imprenta sevillana de Juan Varela, teniendo una segunda edición en el mismo taller en 1536. En lo más temprano de la misma da razón el autor del título de la obra: porque el hombre ha de tener consonancia con la cosa que es nombrada, llamarse ha metaphora que quiere decir mostramiento figurativo o por semejanza de alguna cosa por otra[3].

    En cinco partes queda dividido este libro, si bien, tras su lectura y rastreo, son de nuestro interés sendas exposiciones de lo contenido en la primera -más breve- y en la segunda. Así pues, queda compuesto tal como sigue y tal como consta en el “preámbulo”, donde se habla de la “sustancia de todo el libro”, que no es otra cosa que el adelanto de lo que viene a continuación, o sea, la división del libro, del cual las dos primeras partes convienen a nuestro interés odontológico.

    En la parte primera de la obra estarán todas las electiones con las calidades o complexiones graduadas de las más usuales medicinas, e con ellas ciertos notables no menos provechosos que necessarios, los cuales no solo al exercicio convienen, más también al de botica, porque están traídos a ambas intenciones[4]

    La segunda parte será coadunación o allegamiento de párrafos en lugar de capítulos, que mostrarán la manera e la cura de passiones dolorosas con señales divididas[5].

    La tercera será un manual Cirúrgico tripartito y la cuarta tendrá dos “sumas”: la primera sobre el húmido radical, e si hay sangre fuera de las venas; en la segunda se verá qué cosa es diámetro con cautelas de sangría[6]. La quinta y última será un trasunto a la letra de todos los aphorismos de la primera y la segunda y tercera y cuarta parte que tenemos de Ypocras[7].

    Así, pues, en la primera parte corre una serie de plantas que se usan como remedio de muy diversos males que sufre el organismo y ya queda patente que la odontalgia es uno de ellos. Habla, pues, De gálbano, que …provecha en el dolor de dientes[8]; De Aristologia

    e su decoción aprovecha a las passiones de las enzías para apretar los dientes floxos, mayormente siendo la decocción en vinagre[9] y, por último, De Elébor con uso asimismo antiodontálgico: …e lavando la boca con este vinagre aprovecha a dolor de dientes[10]

    La segunda parte se diseña como coadunación o allegamiento de párrafos, que en lugar de capítulos tractarán de sentimientos dolorosos, porque puedan los enfermeros faltando el médico aplicar remedio a tales passiones, porque la falta de esse remedio no traiga al que padesce de un mal grande a otro mayor, como el dolor sea la pasión que más presto derriba o destruye la virtud del miembro o miembros donde está[11]Estos planteamientos no son infrecuentes en la historia de la Medicina, teniendo por intención lo que bien dice Fray Bernardino, que ante la ausencia de médico, el enfermero tenga un “prontuario” de fácil localización de síntomas, signos o enfermedades para dar remedio cual si fuera un tratamiento de urgencia, a veces -se intuye- definitivo, a veces expectante. Uno de estos padecimientos dolorosos es la odontalgia, provocada por enfermedad dental -caries por lo general- con sus complicaciones dolorosas. Colutorios, analgésicos como el opio o, tal como propusiera Abulcasis, entre otros, la destrucción del nervio doliente mediante aplicación directa de un hierrecito al rojo, son remedios propuestos impregnados de las clásicas teorías humorales de la antigüedad clásica greco-latina.

     

    Así pues, la odontalgia es el asunto tan frecuente al que Fray Bernardino de Laredo propone remedio:

     

    De dolor de dientes y muelas.

    De una de dos causas por la mayor parte viene esta passión, conviene a saber: o por mordicación de humores calientes que vienen en las gíngivas o enzías, o porque humores fríos o ventosidades vienen a los ligamentos de essos dientes o muelas. Pues cuando la causa fuere caliente, será la señal que el dolor es con agudeza y con coloramiento en la parte del dolor, e algunas vezes con levantamiento o manera de pequeña hinchazón en las enzías; entonces sea el remedio aplicar xeringa una o más, que en todas passiones de cabeça son buen remedio, y tener muchas vezes en la boca cozimiento hecho de una parte de agua rosada, y media de vinagre con un poco de adormidera blanca, granos y corteza; e no bastando esto, toma opio e simiente de apio y de beleño, de cada cual peso de cinco granos, e molido sea amassado con alguna gota de vinagre, y hecho a manera de granos de trigo, y sea puesto sobre la muela o diente que duele; y sotilmente se ponga encima del grano una punta de un sotil hierro caliente, poniendo un cañuto entre el clavo y la enzía, por cautela del fuego, y no esté más encima del grano de hasta que desbarate el dicho grano, porque la muela tome substancia de esta medicina, etc. E si hay hinchazón en las enzías, conviene lavar muchas vezes la boca con cozimiento hecho con cuatro onças de viño, dos de agua rosada e una de vinagre, con media onça de alumbre e una dragma de mirra e poquitas balaustrias[12].

     

    Si la causa fuere fría

    Si la causa fuesse fría, que se ha de conoscer porque el dolor es más gravativo o pesado que agudo, y el lugar de esse dolor está descolorado y rescibe pena, teniendo en la boca cosas frías, etc. Converná entonces, que habiendo echado una xeringa común, se eche otra de cozimiento de centáurea, eneldo, cantueso e alhuzema con aceite de mançanilla e una dragma de agárico y peso de otra de sal. Y hecho esto, tomando dos granos de castorio e otros dos de euforbio, y tanto como lo uno y lo otro de raíz de peretri, con media dragma de almástiga e otra media de mirra, sea todo molido y pase junto dos hervores en igual cantidad de vino e vinagre, y desátense en ello después de colado dos granos de opio, e lave la boca con ello, tomando poca cantidad y llegándolo a la parte del dolor. Los remedios que están dichos son harto bien experimentados, pero si la muela está muy corrompida débenla sacar, que este tengo por el más cierto remedio, e por tal más de diez veces lo he tomado para mí.  Quemar la muela o diente por la manera que arriba dixe, poniendo entre la muela y el hierro un grano de igual cantidad de opio e almástica, confortando de parte del almástica, y narcotizando o amortiguando parte del opio, muchas vezes quita el dolor sin poner otro remedio, etc.

    Nota

    Algunas vezes vienen passiones de dientes e muelas por manera de pronóstico de passiones febriles precedentes, como se muestra, quarto aphorismorum, amphorismo cincuenta e cuatro, donde dice Ypocras: Quibus in dentibus in febribus limositates fiunt fortiores et diuturniores fiunt febres. Quiere decir que aquellos que siendo febricitantes les paresce en los dientes limosidad o viscosidades, muéstrase que sus fiebres serán más rezias e discriptas, prolixas o largas que es lo mismo, etc.[13]

     

    Conclusión.

    El asunto fundamental en nuestro territorio es, por su frecuencia e intensidad, el “dolor de muelas”, al que el autor, como tantos, se ve obligado a proponer remedio en un repertorio de estas características. Domina el discurso médico la teoría que brota de las fuentes en las que ha bebido, esto es, los clásicos Hipócrates y Galeno, principalmente, a los que sigue fielmente como la gran mayoría de la comunidad médica coetánea suya. Así, la “teoría humoral” se basaría en que los miembros del cuerpo humano estarían formados por cuatro humores: sangre, flema o pituita, bilis amarilla o cólera y bilis negra o atrabilis, siendo soportes de las cualidades elementales (calor, frío, humedad y sequedad) y la armonía y mezcla adecuada de ellos generaba el estado de salud. Cuando alguno aumentaba, disminuía o se separaba aparecía la enfermedad, la cual, dependiendo de la causa, debería ser contrarrestada con la administración de determinados fármacos “antagónicos”, según sus características. De alguna manera intuye el autor, o lo transmite de lo leído en otros autores, que el opio pueda calmar el dolor aplicándolo localmente, reforzando la acción con un hierro al rojo.

    Tristemente, el remedio no parece operar con éxito siempre y se intuye en el texto que el dolor aparece cuando existe una crecida destrucción de la corona, de ahí que, como el autor sabe por propia experiencia de “más de diez veces”, hubiera que proceder a la exodoncia, si bien no dice si por manos “tituladas” o empíricas. 

     

     

     

    [1] Metaphora Medicine et Cirurgie. Madrid, Ediciones Doce Calles S.L., 2013. Prólogo de Diego Gracia; estudio introductorio, transcripción y glosarios a cargo de Milagros Laín y Doris Ruiz Otín. Es la edición consultada por nosotros.

    [2] Sobre este personaje, consultar preferentemente, además del estudio introductorio predicho, los trabajos de: Foronda, B. “Fr. Bernardino de Laredo: su vida, sus escritos y su doctrina teológico mística”, en Archivo Ibero Americano, 33, 1930, págs. 213-250 y 438-526. Díaz Padró, C. “Recuerdo histórico de un médico que fue franciscano”, en Trabajos de Cátedra de Historia Crítica de la Medicina, vol. III, Madrid, 1934, págs. 199-201. De Ros, F. Un inspirateur de Saint Thérèse. Le Frère Bernardin de Laredo, Paris, Gabriel Beauchesne, 1948. Caballero Villaldea, S. Fray Bernardino de laredo, médico y boticario franciscano del siglo XVI. Su vida, su época y sus obras. Madrid, Prensa Española, 1948. Gracia Guillén, D. La Fisiología escolástica de Fray Bernardino de Laredo. Cuadernos de Historia de la Medicina Española, XII, 1973, págs. 125-192. Bujosa Homar, F. “Laredo, Bernardino de”. En: López Piñero, J.M. et als. Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España. Vol. I, Barcelona, Ediciones Península, 1983, págs. 510-511.  Zamora Jambrina, H. https://historia-hispanica.rah.es/biografias/24528-bernardino-laredo

    [4] Laredo, B. Metaphora Medicine et Cirurgie. Madrid, Ediciones Doce Calles S.L., 2013.

    [5] Ídem.

    [6] Ídem.

    [7] Ídem., págs. 31-32.

    [8] Ídem., pág. 38

    [9] Ídem., pág. 39

    [10] Ídem., pág. 40.

    [11] Ídem., pág. 58.

    [12] Ídem., pág. 65.

    [13] Ídem., págs. 65-66.