Según la geometría euclidiana la recta es una línea que se extiende en una sola dirección y contiene un número infinito de puntos. Este concepto nos lleva directamente al concepto de infinito, ya que, aunque una recta está comprendida entre dos puntos determinados, el concepto de los infinitos puntos que contienen la hacen a ella misma infinita. Algo que contiene algo infinito no deja de ser infinito en sí mismo.
La propia idea de infinito o de lo eterno es difícil de asumir en la mente humana. Ya Aristóteles definía el infinito como aquello que no puede ser numerado ni comprendido. Es decir, el cuerpo infinito es imposible de afirmar y no es ni cuerpo simple ni compuesto. Por tanto, el concepto de infinito actual (infinito en acto) es prácticamente definible como inconcebible. Es por esto que solo puede existir el infinito potencial. Es decir, un infinito que nos permita pensar en el propio infinito en sí mismo. Por todo esto, y siguiendo a Aristóteles, la recta no puede contener una cantidad infinita de puntos. Por esta misma razón, no es posible que un principio infinito pueda explicar una realidad finita.
El infinito potencial de Aristóteles es, pues, definido como atributo: la posibilidad de ir más allá de cualquier límite considerando, por ejemplo, números más grandes que uno dado. El infinito en acto hay que entenderlo como una negación, es decir, como aquello que carece de límites.
Este infinito actual o de acto no pudo tener una definición algo más precisa que permitiera el análisis matemático hasta mediados del siglo XIX. Sin embargo, siguiendo la lógica de pensamiento de Juan Filopon (Siglo VI dC) “Si el Mundo no tuviera un principio, el número de hombres engendrados antes de Sócrates, digamos, sería infinito; pero no infinito en potencia, sino infinito en acto. Dado que el infinito en acto no puede existir, el Mundo no es eterno: tuvo que ser creado”. Es decir, el concepto de infinito va ligado irremediablemente al concepto de Dios o atributo de Dios. Descartes (1596-1650) nos dice “Por Dios entiendo una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente”. Spinoza (1632- 1677) seguía este mismo razonamiento: “Entiendo por Dios un ser absolutamente infinito, es decir, una sustancia constituida por una infinidad de atributos, cada uno de los cuales expresa su esencia eterna e infinita”. Leibniz (1646-1716), en este sentido aseveraba:
“Cabe juzgar que esa Sustancia Suprema, que es única, universal y necesaria debe ser incapaz de tener límites y debe contener tanta realidad cuanta sea posible”.
Euler (1707-1783) manejó el infinito convirtiéndolo en una útil herramienta de descubrimiento que es capaz de ocasionar conmoción, sorpresa o atracción. Esta conmoción es la que puede generar un efecto estético, Borges (1899-1986) afirmaba ”hay un concepto que es el corruptor del resto de conceptos, y no hablo del Mal cuyo limitado imperio es la ética: hablo del infinito”.
Podemos interpretar la idea del infinito desde tres puntos de vista: Primero desde un punto de vista Teológico que parte de la idea de lo infinito como divino. En segundo lugar, partiendo de las coordenadas tiempo-espacio. Es decir, de las categorías pensadas desde el infinito, tales como universo infinito, tiempo y espacio infinito. En tercer lugar, introduciendo la idea de lo infinito desde el punto de vista de la sensibilidad y, por tanto, del arte.
La idea de que lo ilimitado es algo compatible con la belleza y, por tanto, el concepto de que el infinito puede tener una expresión artística, se desarrolló, a grandes rasgos, en tres etapas fundamentales. La primera con la invención de la perspectiva geométrica (Etapa renacentista). La segunda es cuando se empezó a representar el infinito en sí mismo (etapa barroca). La tercera es cuando se empezó a utilizar elementos básicos, casi conceptuales, para que en el propio espectador surgiera la idea del infinito como acto (etapa postmoderna).
EL INFINITO EN EL ARTE.
Vamos a referirnos a algunos autores que han plasmado el infinito en algunas de sus obras.
Kazimir Malevich (1878-1935) fue el artista creador en 1915 del movimiento suprematismo (supremacía de la sensibilidad pura) que es un movimiento caracterizado por la exposición del infinito mediante estructuras geométricas fundamentales (la línea, el cuadrado y el círculo). También ha sido denominado como abstracción geométrica con la intención de evocar la supremacía de la nada y la representación del universo infinito sin objeto alguno.
Los artistas suprematistas no intentaban trasmitir mensaje alguno. Partiendo de las figuras geométricas elementales con ausencia de color, el movimiento fue ganando en estructuras representadas y en colorido.
Malevich. Circulo negro (1915).
Museo Estatal Ruso, San Petersburgo, Rusia.
En el círculo negro y en blanco sobre blanco percibimos esa intención de Malevich de llegar a la abstracción pura. En esta última obra ni siquiera hace uso del contraste blanco-negro si no que utiliza dos blancos para reflejar la ausencia total. Tal vez, la evolución lógica sería no pintar elemento alguno y mostrar el lienzo intacto. Sin embargo, el movimiento fue ganando en colorido y formas representadas, evolucionando de forma espontánea hacia el cubismo.
Piet Mondrian (1872-1944) ha sido el representante más enérgico de la abstracción geométrica. Sus obras reflejan una sencillez que es solo aparente, utilizando estructuras básicas (cuadrado, rectángulo y línea) con colores también básicos (rojo, azul, amarillo y negro) como símbolo de la expresión del orden cósmico. Mondrian, cercano a las ideas teosóficas, refleja en su pintura la búsqueda permanente de lo absoluto, tal vez, la búsqueda de un infinito del que el propio autor duda constantemente. Intenta representar las verdades absolutas del universo.
La propia evolución de la representación geométrica con colores puros nos lleva irremediablemente al cubismo.
En Naturaleza Muerta, Mondrian utiliza las formas absolutas pero mucho más evolucionadas. La representación de jarrón con un color verde y los elementos que permanecen al lado o en la parte inferior, son representaciones muy cercanas al cubismo. Sin embargo, en composición No 10, la abstracción geométrica es máxima. Se simplifica de manera excepcional.
Podemos decir, que el suprematismo lleva al cubismo y de este, evolucionamos a la abstracción geométrica.
Escher (1898-1972) en sus dibujos y grabados intenta representar espacios absurdos o paradójicos. Sin embargo, para el propio autor, sus obras son como un juego visual. El mismo reconoció que no le interesaba mucho la realidad ni la humanidad, ni las personas ni su psicología, sino solo aquello que le pasaba por la cabeza y que intentaba representar en sus grabados y dibujos
En la obra de Escher se refleja de forma magistral la simetría, la dualidad y la búsqueda del equilibrio. El infinito representado por lo limitado y reflejando lo absurdo de la propia idea. En “Escaleras arriba, escaleras abajo” el autor explica que los monjes que están representados en este monasterio realizan constantemente este paseo para lograr la meditación y trascendencia buscadas. Solo dos de ellos escapan de la rutina y parecen reflexionar sobre el error cometido.
En “Manos Dibujándose” se representa el infinito como una circular eterna. Una mano se dibuja mientras que la mano dibujada, representa a la primera que a su vez, la dibuja también. Es un loop infinito y circular. Se trata de una paradoja creativa que podía muy bien representar ciertos códigos de programación informática que el propio autor desconocía.
Una de las corrientes más importantes en la idea de la representación limitada del infinito es la pintura abstracta minimalista siendo Mark Rothko (1903-1970) uno de sus artistas más representativos.
Rochko.“Naranja y rojo (1961). Colección privada.
El autor utilizaba los denominados por él mismos “campos de color”. Se trata de crear sensaciones cromáticas con los que pretendía generar una luz interna en el cuadro. Es precisamente esa luz interna la que se enciende en el espectador y la que le conduce hacia un espacio-tiempo sin dimensiones. Los propios campos de color eliminan las dimensiones.
Yakai Kusama (1929) es la artista que tal vez con más ímpetu ha intentado representar el infinito en sus obras. Actualmente tiene 91 años y lleva 34 recluida en un sanatorio psiquiátrico, por voluntad propia, por sus tendencias suicidas debido a sus alucinaciones visuales y auditivas. Refleja el infinito en sus obras mediante puntos, lunares y redes con el uso de la luz como un elemento más. Fue una de la artistas principales del movimiento avant-garde, del minimalismo y del feminismo.
Kusama ha realizado más de 20 obras con el título de Infinity Mirror Room.
Cada uno de los ambientes caleidoscópicos que crea ofrece la oportunidad de entrar en un paisaje infinito. Al entrar en el espacio, el espectador recibe una idea perceptiva de amplitud. Se trata de una experiencia que sobrepasa los límites de lo percibido.
La idea general de la representación del infinito y cómo podemos meditar sobre ella me ha preocupado siempre y he intentado representarlo en algunas de mis obras. En la serie “Cielos” (1997) vemos una representación simple de lo finito en la presentación de un cielo. Este cielo está rodeado de una posibilidad infinita de líneas que nosotros solo podemos apreciar en parte. La enmarcación del cielo se produce de una manera exagerada mediante una textura distinta al óleo tradicional. La propia enmarcación de negro como límite a la representación del cielo, sugiere esa incapacidad de nuestra mente para poder asumir lo infinito y lo eterno.
Sin embargo, la idea de la representación del infinito no tiene porque ser estrictamente abstracta, en el denominado cubismo analítico podemos apreciar la idea del infinito basada en la propia figuración deformada.
En el cuadro de George Braque (1882-1963), “Mujer con mandolina” (1910) podemos ver como la mano que sujeta la mandolina está sumida en un tiempo-espacio completamente indefinido, simplemente cargado de estructuras, la mayoría geométricas, que provocan en el espectador una emoción atemporal, en cierto modo, irreal, tal y como se presenta la idea del infinito ante nosotros.
Sensación similar ocurre cuando observamos la obra de Picasso (1881-1973) “Casas de Horta” (1909). La imagen de la población está perfectamente plasmada sobre el lienzo, de una forma simple, estructural. Sin embargo, la idea atemporal del espacio-tiempo nos invade ya que todas las estructuras que reflejan la población es- tán de una forma u otra, invadiendo toda la obra. Son estructuras atemporales y son infinitas aunque el propio límite de la obra las condicione.