El Dr. Enrique Jadad comenta en esta columna que, más allá de los debates entre especialidades y sociedades de la Odontología sobre las competencias de las que cada una es responsable, el conocimiento de nuevas técnicas y protocolos se debe difundir entre todos los odontólogos sin distinción para benefi cio del paciente.
La odontología, a mi modo de ver, es una de las profesiones más nobles y completas que existen. Su fundamento principal es la atención de la salud de todos los seres humanos. Esta actividad profesional se encamina a prevenir enfermedades, eliminar el dolor y restablecer la función del sistema gnático.
Las diferentes facultades y escuelas de Odontología deben recordar que el odontólogo tiene que ser un profesional con conocimientos, pero también con habilidades y sensibilidad, que requiere aptitudes especiales para ser un odontólogo valioso para la sociedad. Un factor importante de la formación es que la odontología camina de la mano
del conocimiento, de los nuevos descubrimientos y la innovación, por lo que es una profesión en la que nunca se termina de aprender.
La Odontología debería ser manejada como gremio; el gran problema es que para ello debemos primero formar integralmente a los actores principales que son los odontólogos, estructurar las funciones y actos de los directivos o líderes de la profesión, e ir todos encaminados hacia un Norte conjunto. Esto nos llevaría a tener organismos de
formación, control y liderazgo completamente organizados y proactivos; más aún, libres de vicios, sesgos o intereses comerciales.
A los odontólogos generales se les “permite” trabajar en todos los campos de la Odontología, para eso fueron formados. Pero en algunos países, incluido Colombia, las sociedades científi cas de esta especialidad no están de acuerdo en formar en Ortodoncia a los odontólogos que no son miembros de estas asociaciones.
La Ortodoncia es una parte fundamental de la la Odontología, que se enfoca en corregir las irregularidades de posición de los dientes. Quien se dedique a ello debe enfrentar desafíos de tipo dental, esqueléticos y funcionales a diario; las maloclusiones de difícil manejo son el pan de cada día, sumado a otros aspectos biológicos, biomecánicos, funcionales y estéticos. Las alternativas terapéuticas para el manejo de estas situaciones ocasionan en algunos pacientes efectos biológicos y biomecánicos indeseables, que complican los resultados funcionales y estéticos.
Recientemente subimos a redes sociales un simple anuncio de un conversatorio sobre Ortodoncia sin brackets que se transmitirá por Instagram Live; invité a un profesor de Ortodoncia que lleva más de 15 años depurando una técnica que data de hace más de 90 años. El odontólogo inglés Joseph Johnson fue el pionero de la Ortodoncia sin brackets usando doble alambre y microtubos en 1929. Un grupo de ortodoncistas, miembros de la junta directiva de la Sociedad Colombiana de Ortodoncia (SCO), me escribieron y llamaron para decirme que ese conversatorio no se podía realizar, que los odontólogos generales no podían recibir cursos de Ortodoncia, y que el profesor invitado había copiado la técnica de minitubos ya patentada por otro ortodoncista; adivinen quién: por otro miembro de junta de esa sociedad.
La SCO tiene para las fechas del conversatorio una gira de cursos por Colombia sobre una técnica de ortodoncia sin brackets, lo cual me pareció muy raro y sospechoso. No se puede ser juez y abogado a la vez, y las sociedades dentales deben entender que la educación no es solo para unos cuantos, que es libre, y que no se puede discriminar a quien desea aprender. Eso me recuerda cuando publiqué, junto a un grupo de investigadores, en 2011, la primera investigación sobre blanqueamiento dental en pacientes con brackets, que apareció en una de las revistas científi cas de Odontología más importantes del mundo, el American Journal of Orthodontics and Dentofacial Orthopedics.
El desarrollo de una técnica original como esa no me da derecho a prohibir que los odontólogos generales hagan tratamientos de blanqueamiento en pacientes con brackets; no se puede privar a los demás de realizar procedimientos de salud, nadie es dueño ni de la verdad ni del conocimiento.
Concuerdo con el Dr. David Suárez Quintanilla, que lucha ferozmente por el tema de los alineadores dentales, aditamentos que se están comercializando a diestra y siniestra sin control alguno. Yo apoyo que se le brinde educación tanto a odontólogos generales como a especialistas en Ortodoncia, si unos y otros aprenden y profundizan en
los conceptos, fi siología, biomecánica y depuración de la técnica, se implementarán de mejor manera estas nuevas tecnologías y saldremos ganando todos: los odontólogos, la industria y los pacientes.
Muchos de los fracasos de tratamientos de “Ortodoncia Express”, como bien los llama el Dr. Suárez Quintanilla, se podrían haber manejado con Ortodoncia tradicional, pero se le ha vendido a los pacientes la idea de darles solución a sus requerimientos de manera rápida y fácil y esas son las consecuencias.
Hoy día, a todo nivel y en todos los estamentos prima el factor económico, no la ética profesional, ni siquiera en el sector salud. La conclusión de este artículo es que quienes pertenecemos a la profesión odontológica estamos ante un irremediable despeñadero, que quienes intentamos practicar de una forma noble y desinteresada estamos probablemente en vías de extinción.