El COVI-19 ha irrumpido en nuestras vidas y nos está afectando probablemente más de lo que deberíamos permitirnos.
Esta profesión ha pasado por situaciones comprometidas y siempre ha sabido reaccionar con éxito ante lo que podía ser una adversidad.
Hace ya treinta años, y por ello la mayoría de los que hoy forman parte de la profesión carecen de esa experiencia, tuvimos la expansión del VIH, el SIDA parecía iba a incidir gravemente en nuestra actividad profesional.
Incidió y mucho, pero de forma positiva. En un primer momento estuvimos en el punto de mira, las consultas dentales parecía que iban a ser un peligroso punto de contagio. Pero le dimos la vuelta y nos convertimos en los centros sanitarios más seguros. No existían las redes sociales y teníamos otra forma de actuar, con discreción.
Nadie salió en los medios de entonces a cuestionar la situación de nuestras consultas, Consejo General y Colegios junto a Consejerías de Sanidad y Ministerio hicieron una labor silenciosa y eficaz que culminó en una guía de actuación frente al VIH y otros virus de trasmisión sanguínea en odontología, trabajo realizado bajo la coordinación del Dr. Daniel Zulaica y en el que participamos un grupo de estomatólogos del Colegio de Gipuzkoa, el servicio de Microbiología del Hospital Universitario de San Sebastián y los Servicios de Medicina Preventiva del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y del Hospital de Cruces de Baracaldo. Documento aprobado en un primer paso por el Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco y los Colegios Vascos de Odontólogos y Estomatólogos y que posteriormente asumieron el Consejo General que presidia entonces Don José María Lara y el Ministerio de Sanidad siendo Ministra Doña María Ángeles Amador. Posteriormente se actualizo en el año 2001 y hoy en día sigue vigente en sus planteamientos.
Estuvimos ante una enfermedad entonces letal, no había ninguna esperanza para quien se contagiase, aunque ciertamente menos contagiosa que el COVID-19. Enfermedad infecciosa el SIDA con la que hoy convivimos y está incluida su prevención en los protocolos.
Hubo una importante tarea por delante que incluyó cuestiones hoy día increíbles, hubo que convencer a muchos profesionales, sobre todo a los de más edad de que había que trabajar siempre con guantes, se impuso el uso de autoclaves de vapor, autoclaves que hoy hemos mejorado también a raíz del problema de las vacas locas y que nos puso a los priones como elemento nuevo a considerar en la esterilización del instrumental.
Una pandemia retrasmitida en directo por las redes no debe hacernos olvidar nuestra condición de profesionales sanitarios.
El estado de alarma con esas ruedas de prensa llenas de uniformados no podemos dejar que nos afecte, sin entrar a valorar como se están haciendo las cosas de cara a la población que no es este momento ni lugar, los sanitarios debemos estar por encima de esos planteamientos.
Nosotros debemos combatir con el conocimiento y la información científica a esta pandemia, nunca con elementos de marketing. El miedo no puede ser nuestro compañero. El miedo y la ignorancia son nuestros peores enemigos.
No debemos equivocar el mensaje, nuestras consultas son seguras porque actuamos de acuerdo al conocimiento científico en cada momento y por eso nos adaptamos a cualquier nueva situación como es la que esta pandemia y las características de contagio de este virus nos exigen para mantener una atención con plenas garantías.
Los aerosoles siempre han estado en nuestras consultas y los virus de transmisión aérea también.
Ya hemos visto demasiadas intervenciones desafortunadas en los medios de comunicación hablando de los peligros de nuestras consultas. Señores del Consejo General tomen ejemplo de lo que hicieron hace treinta años sus homólogos y dedíquense a trabajar y no a meter miedo a los ciudadanos, que son nuestros pacientes.