No somos responsables

Fernando Gutiérrez de Guzmán
Editor

Con la de cosas buenas que se pueden contar de la odontología y de los odontólogos, lo que más ocupa en la prensa son las continuas situaciones de abandono a los pacientes, por el cierre de franquicias o cadenas de centros donde dicen atender la salud bucal de sus clientes.

Hay algo que se repite con demasiada frecuencia para que nadie le ponga remedio y es la aparición de ciudadanos que dicen haber pagado por adelantado tratamientos que nunca recibieron y por unas cantidades que distan mucho de ser la ganga que pretendían obtener.

No podemos caer en una especie de
culpa colectiva compartida, por lo que
determinados empresarios, valiéndose de
profesionales hayan hecho

Lo que en mi opinión no podemos hacer es caer en una especie de culpa colectiva compartida, por lo que determinados empresarios, valiéndose de profesionales de los que hoy no quiero opinar, quizá otro día, hayan hecho. Tampoco podemos, creo yo, asumir la responsabilidad de lo que esos pacientes o consumidores han optado por hacer libremente, más cuando desde nuestra profesión se ha denunciado tantas veces y tan alto lo que puede ocurrir.

Sé que no es políticamente correcto, algunos me acusarán de cualquier barbaridad que se les ocurra, llamar a las cosas por su nombre no está bien visto. Pero cuantas veces el timado es alguien que quiso ser el timador, la responsabilidad del consumidor también debe ser exigible.

Si ahora aparecen ciudadanos con tratamientos sin terminar, algunos incluso pagados por adelantado, no corresponde al conjunto de los dentistas solucionarles todo el problema, una cosa es que se les de la asistencia que precisen y otra es que corra a cuenta de todo el colectivo. Los colegios, ya desde antes de que empezase a ejercer el más veterano de los actuales, han venido denunciando el intrusismo y las malas prácticas, en sus diferentes formas, que han ido cambiando con los tiempos, pero siempre solos, sin apoyo real de las distintas administraciones, y sin el apoyo de la mayoría de las víctimas, que cuando llega el
momento, en la mayoría de los casos, y con harto conocimiento de causa lo digo, no aparecen, dando lugar al sobreseimiento de todas las actuaciones.

Toda persona engañada o timada merece un respeto y una satisfacción por parte de los poderes públicos, que deben propiciar una justicia eficaz y eficiente.

La justicia empieza por legislar adecuadamente y nuestro legislador no lo ha hecho ni parece que tenga intención de hacerlo. Es más, con las actuales leyes son más las ocasiones en que se han visto sorprendidos en reclamaciones los dirigentes colegiales que los causantes de daños a los ciudadanos.

Los colegios deben defender a la profesión y asistir a las administraciones, pero no suplirlas y menos a cuenta de sus presupuestos, que es a costa de los colegiados.

Toda persona engañada o timada merece
un respeto y una satisfacción por parte de
los poderes públicos, que deben propiciar
una justicia eficaz y eficiente

Si se han concedido préstamos para tratamientos que no se han recibido, es la dirección de la entidad financiera quien en todo caso deberá dar explicaciones.

Aparece estos días en la prensa el plan de cobertura pública dental que una cadena de clínicas propone con prestaciones de hasta un 50% y mientras la mayoría opina que es una pura operación de marketing, para desmarcarse del último escándalo y autopromocionarse, no falta el tonto de salón que se lo cree y pasa a reivindicarse a sí mismo en un nuevo ridículo.

Para quienes han montado un negocio a cuenta de más y más tratamientos, con unos programas de financiación, que sólo a las entidades financieras benefician y tan bien les viene, la prevención apunta a no ser más que una cortina de humo.