Son muchos los compañeros dentistas que, día a día, se afanan en mejorar nuestra odontología. Las profesiones viven una constante evolución, una marcha imparable hacia adelante, como imparable es el avance de la ciencia y la tecnología. Esto se hace particularmente evidente en las profesiones bio-médicas y tecnológicas. Algunos conocimientos y algunas prácticas se van quedando atrás para dar paso a nuevas evidencias y nuevos métodos. Su objetivo: aplicar cada día los mejores cuidados a la salud.
En el campo de la enseñanza de grado, adonde se deben trasladar estos avances, un grupo de compañeros se afana igualmente desde hace un tiempo en mejorar el currículo universitario de cariología, esto es, lo que los alumnos aprenden de la enfermedad más universal, la caries dental. El caso es que la actual formación en este campo es una herencia del pasado que ha visto renovado su contenido parcialmente, pero al que todavía no se le ha dado una unidad doctrinal en nuestros planes universitarios. Y, desde luego, no tiene la presencia que debería tener en el currículo universitario en función de su
realidad: ser la enfermedad bucal más prevalente. Cierto es que, en el pasado, esta enfermedad fue una pandemia de tales proporciones que lo urgente y perentorio durante décadas fue desarrollar técnicas y materiales para reparar tantas cavidades. Lo urgente era tratar el dolor y evitar la pérdida masiva de piezas. Pero los tiempos han cambiado y, sobre todo, la compresión del fenómeno de la caries y muy especialmente que esta enfermedad necesita un abordaje médico antes que el quirúrgico de reparación de lesiones. Todo esto debe ser trasladado a la formación de nuestros futuros dentistas y a la práctica de los actuales.
Por eso conviene echar una ojeada al Libro Blanco del Título de Grado de Odontología (2004), acreditado por la ANECA, que es el documento que marca los contenidos formativos que serán transmitidos a los alumnos durante su formación universitaria.
Pues bien, es chocante -y desolador- comprobar que la cariología tiene una presencia mínima, como si los redactores de tan importante documento hubieran pasado de puntillas
sobre ella. ¡Y es la enfermedad más prevalente y la que más tiempo ocupa en la práctica de nuestra profesión! La realidad es la siguiente: de los 44 contenidos del bloque de Patología y Terapéutica Médico-Quirúrgica Estomatológica, 6 son para patología periodontal, 1 para patología buco-dental general y 0 para cariología; y de los 45 contenidos del bloque de Patología y Terapéutica Restauradora, 7 son para la maloclusión, 1 para dieta y caries y 1 para cariología. El documento ofrece esa visión ya superada de la caries como una lesión y no como una enfermedad, y eso que se trata de un documento relativamente reciente. Pero esto es agua pasada y en lo que estamos ahora es en cambiar esta anomalía para mejorar la formación y los cuidados de salud. Es decir, estamos como siempre en un afán por mejorar.
«Es chocante -y desolador- comprobar que la cariología tiene una presencia mínima en los planes de estudio.
Debemos cambiar esta anomalía para mejorar la formación y los cuidados de salud»