Hay clínicas dentales que necesitan a penas 3-5 años para convertirse en referentes de éxito y otras que se pasan la vida subsistiendo sin llegar a despegar nunca. ¿De qué depende que acabes en un grupo o en otro?
La evolución es un concepto clave en el desarrollo del mundo. Es un concepto eterno, que siempre ha existido y siempre existirá. Fue Darwin en 1859 el que lo definió en su más que recomendable libro “El Origen de las Especies”, descubriendo, entre otros, fenómenos tan sorprendentes como que la mejor estrategia para subsistir no es ser el más fuerte o el más rápido sino el que mejor se adapta al medio. No hace falta explicar por qué la todopoderosa cadena de alquiler de pelis Blockbuster murió frente a un incipiente y raquítico Netflix.
Esta historia se recordará en los libros de gestión empresarial como una de las peores decisiones de un director: Netflix en sus inicios se ofreció a Blockbuster para incluir su servicio de streaming en el gigante de los videoclubs. Blockbuster los rechazó, y el resto es historia.
Hablemos ahora de otro punto importante de la evolución: el tiempo. El desarrollo cognitivo del ser humano por ejemplo no se puede acelerar, al menos no en términos significativos. Yo no puedo hacer que un niño de 3 años se comporte como uno de 8.
No nacemos con todas las competencias cerebrales desarrolladas sino que poco a poco van apareciendo y nos van conformando. Pero sí que puedo hacer que la madurez empresarial de una clínica llegue antes y de una manera más predecible, básicamente porque depende de “competencias, procesos y normas” y no de células. Por eso hay clínicas de dentistas con similar experiencia y formación académica pero con una rentabilidad completamente distinta.
El dentista que sale de la Facultad no sale, por desgracia, con todas las competencias necesarias para crear una clínica de éxito. Y es a base de ensayo y error que cada dentista va forjando su destino. En este escenario el azar cobra demasiada relevancia. Sin embargo hay algunos dentistas que se revelan ante esta situación, son proactivos y se esfuerzan por entender las normas del mercado y se adaptan a él de la mejor forma posible.
Esos son los dentistas que se llevan el gato al agua. Es decir, que es más fácil alcanzar una madurez empresarial que una madurez humana. ¡Muchos dentistas no lo entienden y prefieren agregar tiempo a esta ecuación en lugar de conocimientos! Es vital entender los fundamentos de la gestión empresarial, saber por qué y cómo compran las personas, tener unos protocolos de actuación escritos, saber medir las principales variables de tu clínica en una tabla de Excel, saber cómo superar las objeciones de tus pacientes, etc… Sin esto, el destino de tu clínica y tu libertad financiera dependerán del azar y no de ti. Toma las riendas de tu clínica y empieza a dirigir en base a conocimientos y no en base a intuición.