Hablamos con José María Eiros Bouza

José María Eiros Bouza
Catedrático de Microbiología

María Eiros Bouza (Mondoñedo, 1959), es Licenciado (1982) y Doctor (1988) en Medicina y Cirugía y especialista en Microbiología y Parasitología vía MIR (1984-1987) en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid. Su formación tras la especialidad se ha completado en el “Hospital Gregorio Marañón” de Madrid (1988, 1990); Hospital de la Santa Creu i Sant Pau” de Barcelona (1989, 1990); Universidad “Claude Bernard” de Lyon (Francia) (1991); y en la “Mayo Clinic” de Rochester (Minn, EEUU) (2000). Es Diplomado en Metodología de la Investigación Clínica por la Escuela Nacional de Sanidad, Especialista Universitario en Bioética, Master en Administración Sanitaria por el Instituto de Salud “Carlos III” y Especialista en Alta Dirección y Gestión de Instituciones Sanitarias por el IESE.

Ha desarrollado su carrera profesional en todos los niveles asistenciales del Sistema Nacional de la Salud tanto en administraciones autonómicas como en la central, en el Servicio de Microbiología del Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña (2002), coordinando las alertas epidemiológicas de la Junta de Castilla y León y desempeñando la dirección del Centro Nacional de Microbiología de Majadahonda (Madrid) (2004-2005) dependiente del Ministerio de Sanidad, además de ejercer su actividad en diferentes períodos en la Unidad de Enfermedades Infecciosas y en los Servicios de Microbiología de los Hospitales “Río Hortega” y Hospital Clínico Universitario, cuya Dirección Gerencia ha desempeñado entre 2013 a 2015, desde donde pasó a representar a la provincia de Valladolid como Diputado en la X Legislatura (2016), en la que fue designado portavoz de sanidad del Grupo Parlamentario Popular.

En la actualidad es Catedrático de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid (UVA), donde ha sido Vicedecano en dos períodos diferentes y Jefe de Servicio de Microbiología del Hospital Universitario “Río Hortega”. Ha sido investigador en 68 proyectos financiados, director de 44 tesis doctorales, y de 96 trabajos de Investigación Tutelados. Sus áreas de interés son la epidemiología, diagnóstico y respuesta inmunitaria a las enfermedades infecciosas nosocomiales y comunitarias, las infecciones víricas y el empleo de antimicrobianos, integrado en diferentes grupos de investigación del Sacyl y la UVA En estos ámbitos ha desarrollado su labor como autor en 168 libros y monografías, ha publicado 596 artículos científicos y ha presentado 910 comunicaciones y/o ponencias en Congresos. Ha participado como profesor y conferenciante en 994 Foros Externos. Ha sido Becado en 14 ocasiones con posterioridad a la Licenciatura y ha recibido 29 Premios de Investigación.

Patricia Puértolas

Comenzamos con la retrospectiva de la gripe de 1918. ¿Qué ocurrió en aquella situación ¿Qué sabemos de las pandemias de gripe?

La injustamente denominada “Gripe Española” causó la gran pandemia de 1918, que desde ese año 1918 y hasta 1920 fue responsable de un gran número de casos de enfermedad respiratoria severa y muertes en la población humana. Se estima que el número de infecciones superó los 500 millones de personas, causando aproximadamente 50 millones de fallecimientos, lo que representa entre el 3 y el 5 por ciento de la población mundial de la época. De la dimensión de la misma da una idea el hecho de que en solo un bienio el número de muertes debido a la pandemia de gripe del 18 sobrepasa las causadas por los Virus de la Inmunodeficiencia Humana desde que comenzaron a propagarse entre personas en los años 70 hasta la actualidad Si bien los episodios de infecciones gripales anuales se conocían desde antes del 1918, nunca la humanidad se había enfrentado a una pandemia respiratoria de tales proporciones. Hoy sabemos que las pandemias de gripe son causadas por agentes provenientes de un reservorio animal, que normalmente son incapaces de transmitirse entre humanos, pero que debido a la adquisición de mutaciones de adaptación, de algún modo que todavía no somos capaces de predecir, se convierten en virus capaces de propagarse de persona a persona. Estos virus de la gripe pandémicos surgen cada 10-50 años, y no logran ser frenados por la memoria inmunogénica frente a los virus gripales estacionales a los que estamos expuestos o vacunados anualmente. Desde el 1918, la humanidad ha sufrido tres pandemias más de gripe, en los años 1957, 1968 y 2009, pero ninguna de la magnitud y escala de la gripe del 1918.

Se ha hablado en los medios de un proceso “como una gripe” en relación con el covid-19. ¿Cree que se debe disponer de métodos de diagnóstico diferenciados?

Parece obligado ya que en nuestro hemisferio norte, la perspectiva de coinfecciones que impliquen al SARS-CoV2 junto con los virus gripales y otros agentes habituales en infecciones respiratorias imprime una nueva dimensión a la importancia de disponer de métodos de diagnóstico virológico diferenciados como usted señala, al tiempo que se impulsan medidas de prevención, al menos frente a la gripe, basadas en vacunación.

Un objetivo esencial consiste en reducir la potencial mortalidad que tanto la Covid-19 como la gripe inducen en personas vulnerables, pacientes con patología crónica y adultos mayores. A pesar de que nuestro conocimiento es parcial y todavía limitado, se tiene la convicción de que lo sensato evitar la sobrecarga del sistema sanitario en el presente otoño y en el próximo invierno, implementando un programa de optimización en la disponibilidad de recursos y en la prevención integral de los cuadros que estas entidades originan.

La experiencia de los países del Hemisferios Sur que han salido de su invierno es que la gripe en aquellas latitudes ha mostrado escasa actividad.

¿Qué es lo que la ciencia sabe del origen de este virus?

Se sabe en primer término que asistimos a la tercera vez que en dos décadas un Coronavirus zoonótico salta al ser humano y demuestra capacidad para progresar en nuestra especie. Aunque estábamos acostumbrados a identificar dos coronavirus alfa (HCoV-229E y HCoV-NL63) y dos coronavirus beta (HCoVHKU1, HCoV-OC43) nos sorprendió en 2002 un brote originario del sur de China por un quinto coronavirus que ocasionó el SARS (“síndrome agudo respiratorio severo o grave”), del que se registraron algo más de ocho mil casos, con una letalidad cercana al 10%. Este virus al parecer se transmitió al hombre desde el murciélago herradura, a través de animales intermediarios como las civetas y con posterioridad mediante la vía respiratoria de persona a persona.

En 2012 se identificó en Arabia Saudita el Síndrome Respiratorio por Coronavirus de Oriente Medio (MERS-CoV), el sexto cronológicamente documentado originario al parecer de camélidos, que motivó un esfuerzo aglutinador en diagnóstico en nuestro medio -coetáneo con el de la denominada gripe aviar- Se mantiene actualmente activo en distintos países y ocasiona un cuadro febril de transmisión interhumana con tos e insuficiencia respiratoria, con una mortalidad cercana al 35%.

A ellos cabe añadir el nuevo coronavirus causante del brote iniciado, hasta donde conocemos, en Wuhan (Hubei), en China a finales de 2019, al que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido denominar “Covid-19”, aludiendo al acrónimo en inglés “Coronavirus Disease” para evitar estigmatizaciones geográficas y el Comité Internacional de Taxonomía de Virus SARSCoV-2 . hay publicaciones recientes que sitúan su circulación con anterioridad.

En un tiempo breve se publicó por parte de las autoridades chinas la secuencia genética inicial. A partir de la misma se han podido diseñar pruebas de diagnóstico molecular basadas en amplificación de su ácido ribonucleico, métodos de diagnóstico indirecto que determinan anticuerpos frente al mismo… y la base internacional GISAID (que se creó para la vigilancia de Gripe) alberga ya más de 200.000 genomas de otros tantos aislados a lo largo del Mundo, estableciendo su dinámica de distribución y sus clados, es decir “la trazabilidad” de su propia deriva biológica en el ser humano.

Son incógnitas diferentes aspectos de su ecología inicial y en el ámbito de la medicina aplicada diferentes mecanismos del establecimiento de la enfermedad, de su manejo y de su enfoque terapéutico. Debiéramos avanzar en el conocimiento de marcadores de progresión a la gravedad una vez que el paciente inicia la sintomatología acompañante. En nuestro medio diferentes grupos de investigación realizan ya aportaciones pioneras en este ámbito. Suscita un vivo interés la esperanza depositada en la disponibilidad de estrategias de vacunación eficientes, que permitan llevar a cabo programas de inmunización activos y que aún necesitan despejar interrogantes que oscilan desde el campo puramente básico a los aspectos de producción, distribución y acceso.

¿La “carga viral” en qué medida incide en la posibilidad de contagio y cómo podemos valorarla?

Conviene saber que desde el punto de vista clínico ausencia de estándares de cuantificación las técnicas de amplificación genómica basadas en RT-PCR proporcionan una estimación semicuantitativa de la carga viral.

En este sentido, el ciclo umbral de positividad -cycle threshold (Ct)- se correlaciona inversamente con la carga viral. Pero existe variabilidad entre los métodos de detección de diferentes fabricantes o los métodos de diseño propio, máxime si las dianas de amplificación son diversas y entre los diferentes tipos de muestras.

Tal vez en un futuro inmediato la carga viral en plasma sea un marcador mucho más robusto. Hemos aprendido que la detección de ARN viral no supone necesariamente la presencia de virus infectivo en las muestras clínicas, sean éstas de la naturaleza que sean. Existen contribuciones muy recientes como la firma como primer autor Muge Cevik (de la Universidad de St Andrews en Escocia) y su grupo en el Lancet del 19 de noviembre de este año que señalan que a partir del noveno día de la detección de positividad mediante una RT-PCR en muestras nasofaríngeas debemos asumir que el paciente no es infectivo…

Hay dos palabras que se están manejando en relación con este virus, es mutante y es estable. ¿Nos puede explicar estos conceptos y su incidencia en la práctica?

Tal vez sea oportuno comentar que la etapa de la expresión genética del genoma es la mas compleja y diversa entre los diferentes virus animales. Es con seguridad la que mayor atractivo suscita para los virólogos moleculares y por ello una de las mas estudiadas y mejor conocidas. Los virus presentan múltiples tácticas para lograr una eficiente expresión de su información genética y la replicación de sus genomas para lo que se valen de las posibilidades que les ofrece la célula a la que parasitan.

La información más compleja y específica de los virus es su secuencia genética, es decir las letras representativas de los nucleótidos que les permite su replicación y desarrollo. En el caso de los virus gripales y del SARS-CoV-2 se trata ARN, en contraposición al ADN que constituye el material heredable en humanos y otros organismos complejos, así como en bacterias y otros virus. La secuencia completa del material genético de un virus se denomina genoma o borrador de genoma cuando este es incompleto. Esta información sirve para comprender la evolución de un brote.

Una mutación en el contexto al que usted alude representa un cambio al azar en la secuencia de nucleótidos del genoma. Surgen normalmente como consecuencia de errores durante el proceso de replicación del ácido nucleico, en este caso del ARN. Quizá resumiendo cabe indicar que muchas no tienen consecuencias biológicas. Lo que reviste interés para nosotros es conocer que los Coronavirus poseen en su genoma ARN de cadena sencilla de polaridad positiva con un extremo 3`poliadenilado , y que es el de mayor tamaño entre los ribovirus conocidos. Son muchos los atractivos que presentan su estructura genómica. Simplificando estos virus tienen en el referido extremo 3´los genes estructurales y en el otro, (el 5´) los genes que codifican para los genes funcionales (entre ellos la replicasa viral) . Nos resulta muy atractivo entender que durante la transcripción sintetizan una colección de ARN mensajeros de forma que cada uno incluye al inmediatamente anterior (de menor tamaño), más un gen adicional. Hacia la mitad del gen de la replicasa presentan lo que se conoce como un “falso nudo” (“pseudo-knot”), que implica un cambio de fase en la lectura del código genético… y eso representa un reto para los grupos que diseñan moléculas antivirales… En el seno de nuestro grupo estamos trabajado, de manera modesta, en modelos “in silico” para entender esta dinámica por la que usted me pregunta.

En nuestro ámbito de trabajo disponemos de acceso a la plataforma GISAID (Global Initiative on Sharing All Influenza Data) que es una base de datos creada en 2008, de considerable tamaño, dinámica y compleja, inicialmente diseñada para albergar genomas de virus de la gripe, pero que acoge también los de este nuevo coronavirus emergente y permite a los usuarios registrados descargar los datos, analizarlos y elaborar literatura científica. Esto requiere conocimientos y herramientas de bioinformática, big data, estadística y visualización de datos… De la información disponible el SARS-CoV-2 acumula una treintena de mutaciones, pero con escasa repercusión patogénica, de ahí que se considere estable…

Esta pandemia afecta a todo el mundo por definición, pero las actuaciones son diferentes ya no solo entre cada país de la Unión Europea, es que en España tenemos 17 programas diferentes de actuación. ¿Cómo cree usted que está afectando al control de la epidemia esta diversidad de criterios?

Debiéramos acometer los retos unidos, como el gran país que somos. Ante los desafíos de todo tipo la unión, lo dice el refrán, hace la fuerza. Las personas entendemos mejor las actuaciones coordinadas, las normas compartidas, sencillas y claras. Existe un atractivo intrínseco en reconocer lo bueno, lo que sirve de verdad al bien común. Es más confiable lo sensato que lo que no lo es.

La vacuna es nuestra gran esperanza. ¿Qué mensaje podemos dar a los reticentes acerca de su seguridad?

No trabajamos directamente en el ámbito vacunal, aunque sí evaluamos desde nuestro Centro Nacional de la Gripe de Valladolid ( uno de los tres existentes en España con los de Majadahonda y Barcelona) la respuesta inmunitaria en personas vacunadas.

Las agencias reguladoras del mundo desarrollado, la FDA norteamericana, La EMEA en Europa, nuestra Agencia Española del medicamente, en relación a lo expresado en la respuesta anterior son confiables y han adoptado desde su creación procedimientos que garantizan la seguridad.

Una vacuna que si tenemos ya es la de la gripe y estamos en avanzada campaña de vacunación. ¿Cree que todos los odontólogos y el conjunto del personal de las clínicas dentales deberían vacunarse?

Nosotros somos proclives a la vacunación antigripal y más en el ámbito sanitario y de atención al paciente. No sólo por la protección personal y del entorno sino de cara a proteger también a las personas que nos confían su salud.

La práctica de la odontología va unida a la prescripción de antibióticos, así que no podemos desaprovechar la presencia de un microbiólogo para hablar de resistencia a antimicrobianos. ¿Será posible seguir fabricando nuevos antibióticos para vencer las resistencias que aparecen con los actuales o nos vemos abocados a un grave problema sin solución? ¿Qué debemos hacer como profesionales prescriptores?

En nuestra experiencia son tres las claves. En primer término potenciar la educación sanitaria para minimizar el autoconsumo, en segundo lugar guiarse siempre por la prescripción de un facultativo y en tercer término, ya desde el paciente concreto cumplir y ser adherente a las prescripciones que nos recomiendan.

Las estrategias de creación e impulso de equipos “PROA” y el propio Plan nacional al respecto ofertan iniciativas de vanguardia en las que los odontólogos y todo el entorno asistencial que aglutinan deben ser agentes proactivos.

Nuestra labor desde la microbiología clínica es esencial a la hora de determinar mapas de sensibilidades, monitorizar brotes de microorganismos multirresistentes, dotar de herramientas de diagnóstico molecular la capacidad de monitorización de los microorganismos… En este sentido la colaboración pluridisciplinar y en enfoque “una sola salud” que integra sanidad animal, cadena alimentaria y salud humana pueden establecer sinergias altamente eficientes para luchar contra las resistencia a los antimicrobianos.

Para finalizar de docente universitario de microbiología a odontólogos con práctica clínica, nos puede trasladar una recomendación o un consejo.

Sólo una. En las profesiones sanitarias la formación continuada es una exigencia de por vida. Algunos de nuestros maestros recomendaban que un “residente” no debe dedicar menos de cuatro horas diarias al estudio. Siendo realistas a nosotros nos parece exigible que al menos dos…No cabe duda que el estudio individual exige esfuerzo, pero también aporta valor y es una garantía de calidad para el sistema.

Muchas gracias por la oportunidad que nos brindan de hacerles llegar nuestra visión en este ámbito.