Por desgracia, la odontología ha sido noticia de portada los últimos meses -y hasta los últimos dos años- debido a los fraudes cometidos por empresas titulares de clínicas dentales de las llamadas marquistas. El último escándalo, el de la empresa iDental, encima ha estado a punto de reeditarse. Un mayúsculo fraude a las personas, a las instituciones y a la salud. La mayoría de dentistas nos hemos sentido indignados por estas actuaciones de gente sin alma que abusa y pierde su propia dignidad por un poderoso caballero. El asunto es viejo: el oro o las personas.
El asunto toma gran relevancia porque llueve sobre mojado y porque, finalmente, se convierte en un problema de Salud Pública: su dimensión ya no es el fraude a unas cuantas personas si no a un número grande, creciente con los sucesivos escándalos, y unas consecuencias serias: su salud, su dignidad y el respeto debido a ellas. Y también la quiebra de su economía, que no es poco. Esta dimensión de salud pública es la que sus mafiosos organizadores no pudieron prever. A ver si esto hace que la Administración se lo tome verdaderamente en serio. Ya no es solo que a Hacienda le estén tocando el bolsillo, que es por lo que empezó el escándalo Vitaldent, es que demasiados desalmados están jugando con un servicio a la población, con su salud y su bienestar. Un servicio, por cierto, del que la sanidad pública ha hecho dejación, a diferencia de países de nuestro entorno, y que la población recibe gracias a la iniciativa privada.
Porque estos son los mimbres con los que se confeccionan estos fraudes: un campo abonado porque lo público no cubre unas necesidades reales de las personas en una área primordial como es la salud (derecho reconocido en nuestra Constitución); se permite la creación y funcionamiento de Servicios de Salud de titularidad y dirección no médica (u odontológica); se consiente una publicidad engañosa que sitúa a la salud al mismo nivel que los bienes de consumo: se ofertan implantes u ortodoncia como quien oferta coches o filetes de bacalao. Y con estas premisas, ciertos empresarios que no son dignos de este nombre, han convertido la odontología en un mercadillo. Y como siempre, dirigido a los sectores de población más desfavorecidos, que normalmente son los que arrastran más enfermedad, tienen menos formación y menos información.
«Se ofertan implantes u ortodoncia como quien oferta coches o filetes de bacalao. Ciertos empresarios han convertido la odontología en un mercadillo»
En el ejercicio de la medicina y de la odontología, se habla desde hace unos años de lo que ha venido en denominarse la Estrategia Basada en las Personas. Esta forma de pensamiento que surge el año 2008 de la “Geneva Conferences on Person Centered Medicine”, auspiciada por la OMS y otros organismos internacionales, trata de superar la tendencia de las últimas décadas de una medicina muy especializada, fragmentada en su atención, focalizada como ellos dicen en el órgano y que está dirigida a colocar a la persona (y su contexto) en el centro de la atención médica. Su principio iluminador es el compromiso ético con la persona y un ejercicio holístico de la atención médica. Una visión donde la ciencia es el instrumento primordial y el humanismo su esencia misma. Vamos, como las clínicas marquistas más o menos, centradas en la explotación de las personas con permiso de la Administración. Subrayemos esto porque es la base del problema: con permiso de la Administración. ●