EL REFLEJO DEL SER EN EL ARTE. PARTE I

Juan Alió Sanz
Doctor en Medicina y cirugía
Profesor titular de ortodoncia, Universidad Complutense de Madrid
Académico de la Pierre Fouchard Academy
Artista pintor

La idea del SER como esencia es un concepto único, universal y no transferible. Tenemos que diferenciar el SER como concepto puro de aquello “QUE ES” y que, por tanto, existe pero no llega a sentirse a sí mismo como SER. Cabe hacerse la pregunta que es lo que diferencia al SER de aquello “QUE ES” y que, siguiendo a Heidegger, podemos denominar  ENTE. Según este filósofo, el SER es aquello que es capaz de preguntarse por el propio SER y la única manera de acceder al SER es a través de un determinado ENTE que Heidegger denominaba DASAIM.

Una de las particularidades que determinan al SER y lo diferencian de los ENTES es precisamente la capacidad de aquel de elaborar y sentir emociones y sentimientos. Es precisamente la capacidad de SENTIR lo que diferencia al SER del ENTE.  Esta capacidad de sentir llega a la sublimación cuando se expresa de forma violenta, si quieres incluso exagerada, al exterior y esta expresión es lo que denominamos ARTE ESENCIAL. Es decir, el arte que desarrolla el SER sin estar condicionado por elementos externos. Es ese arte que esta directamente relacionado con la comunicación con los demás.

Muchos artistas buscan esa expresión individual del SER y lo hacen a través de su propia obra. Se trata de la búsqueda del propio YO, de la pura e íntima identidad e intentar reflejar esa búsqueda o ese encuentro en la obra de arte que se esté creando. Es decir, el arte sería la herramienta utilizada por algunos SERES para ejercer la apertura de su propio SER.

Partiendo de esta base filosófica podemos analizar la obra de determinados artistas (en realidad, de cualquier artista) como la apertura de su SER. Es decir, es como si abriéramos una ventana y pudiéramos adentrarnos en la esencia pura del artista, pero es que, además, el artista es el que abre esa ventana.  Sin embargo, para muchos artistas, esta ventana que nos abren a su más íntima esencia no nos va a reflejar una realidad fija, sino, al contrario, reflejan una realidad fluida y cambiante. Esto es, hasta cierto modo lógico, ya que el propio SER se va formando de acuerdo a las circunstancias vividas a lo largo de su existencia.

Una de las artistas que plantea en su obra el reflejo de la propia identidad es Claude Cahun (pseudónimo de Lucie Schowb. Nantes 1894 isla de Jersey1954). Su obra, calificada de poética e intimista esta plagada de rasgos autobiográficos, sobre todo, la obra fotográfica con sus autorretratos “perfomance” de los años 20 del siglo pasado. La idea que Cahum intenta exponer es esa ventana abierta a su propio ser a la que nos referíamos antes y reflejando en dicha ventana lo cambiante, el fluir, la no estanqueidad del propio ser. Es decir, la artista nos refleja su identidad mutante.

FIGURA 1. Claude Cahun, Autorretrato anamórfico. (1929)

Su obra Autorretrato anamórfico, como muchas de sus obras, es un reflejo de si misma, buscando la rivalidad dentro de la propia identidad. Seria la búsqueda de una metamorfosis pero anclada en el instante preciso en que se realiza la obra.

Otra artista que podemos encuadrar dentro del grupo, artistas que reflejan su identidad es Ana Mendieta (Cardenas-Cuba 1948 – Nueva York1985). Precisamente Mendieta siempre tuvo una dificultad imponente para incorporar su identidad a su propio ser. Esta duda de su propia identidad se reflejó en su obra, explorando y sobrepasando los límites más socialmente establecidos, como los religiosos, sexuales, morales o políticos.

FIGURA 2. Ana Mendieta. Imagen de Yagul (1973) de la serie “Siluetas”

En esta obra, “Imagen de Yagul”, Mendieta incorporó su cuerpo en la pieza recostándose desnuda en una vieja y olvidada tumba de piedra en Méjico. Luego colocó flores blancas sobre su cuerpo en lugares estratégicos para simular que crecían de su propio ser físico. Si analizamos la obra, dentro de su propia biografía, comprobamos esa identidad mortificada que nos deja ver claramente la artista abriéndonos de par en par su ventana más íntima. 

John Coplans (Londres, 1920 – Nueva York, 2003) fue un artista británico conocido por su serie de autorretratos en blanco y negro que son un estudio sincero del cuerpo desnudo y envejecido. Podemos asegurar que Coplans nos abrió la ventana de su ser de una forma completamente sincera, nunca autocomplaciente y huyendo desesperadamente del propio narcisismo. En sus numerosas obras, que son fotografías de su propio cuerpo, nunca apareció la imagen de su rostro.

Según palabras textuales del autor: “Para borrar mi identidad, excluyo mi cabeza. No sé a que se debe pero cuando poso para estas fotografías quedo inmerso en el pasado. La experiencia se parece a la de Alicia a través del espejo. Poso sobre un fondo neutro y antes de saber que ha pasado me pierdo en la ensoñación. Soy otro distinto, otra persona u otra mujer de otra vida…el proceso es extraño. Nunca sé en ese momento si se extinguirá ese poder que tengo de viajar en el tiempo o cual será la próxima serie de fotografías”

FIGURA 3. John Coplans. Autoretrato. Pies frontales (1984)

Como vemos por sus palabras, el reflejo de su ser lo realiza de una manera casi alucinatoria. Nos esta abriendo la ventana de su SER-IDENTIDAD pero de una manera ficticia. No es su identidad lo que se refleja en su obra, sino su propio equilibrio emocional, el reflejo de la mutación en el tiempo a través de su propia imagen.

La artista Tomoko Sawada (Kobe Japón 1977) es otro ejemplo de la expresión del propio ser de una manera camaleónica y explosiva. Por su apariencia física tenía cierto complejo de inferioridad y según sus propias palabras: “Me vi a mí misma disfrazada en el espejo y me gustó cómo lucía. Me encantó mi imagen realizada en fotos: lucía atractiva y simpática. Conforme más las veía mas se ensanchaba la brecha entre mi imagen real y la fotográfica. mi apariencia podía cambiar fácilmente pero mi personalidad no.”

FIGURA 4. Tomoko Sawada. Serie ID 400 (1999)

En la primera serie que hizo (ID 400 Figura 4) realizó 100 fotos en un fotomatón. Cada 4 fotos cambiaba su apariciencia, intentando un desdoblamiento, o mas bien, un renacimiento continuo de su propia imagen. Toda su obra trata de relacionar la imagen externa con la personalidad e identidad de ella misma. Es una exploración de la intima relación apariencia-externo…ser-interno. En otras series continua cambiando su aspecto externo imitando a personajes cotidianos. Es decir, toda su obra es un disfraz externo y es su manera de abrir la ventana de su SER al espectador.

Seguramente una de las figuras mas representativas de la fotografía de los últimos cuarenta años es Cindy Sherman (New Jersey 1954). Toda su obra esta realizada básicamente con autorretratos y materializa en la fotografia su deseo de expresar su sentir y reflejar su particular manera de ver la sociedad. En cada autorretrato explora la expresión de personajes reales creados por ella misma, pero además es que estos personajes “son ella misma”. Es toda una escenografía de exploración social a traves del reflejo de su propia identidad.

FIGURA 5. Cindy Sherman. Clowns 2004

En la serie Clowns, Sherman nos ofrece una imagen dual de un payaso, interpretado por ella misma. Es dual porque en la fotografía se trasmite una imagen de diversión pero terriblemente matizada de duelo o incluso temor o miedo. ¿Cuál sería la imagen que nos tramite esta artista al abrirnos su ventana del SER? En este caso, al estar creando personajes e identidades distintas, su ser nos trasmite un multi-individualidad marcada por múltiples y distintas identidades. ¿Cuál de ellas es la auténtica? Yo no lo sé, ni creo que ella misma lo sepa.

En la pintura, el reflejo del propio SER es, a veces más complicado, ya que se une la dificultad técnica de la representación, hecho que en la fotografía no ocurre. Sin embargo, y precisamente por la expresión técnica, muchas veces en la pintura hay un componente de imaginación instintiva.

FIGURA 6. Juan Alió. Facies III (2022)

En mi serie FACIES se refleja un poco esto. Esta obra la pinté en un periodo un tanto oscuro de mi vida y, sin pretenderlo en absoluto, realice una obra que era el reflejo más íntimo de mi propio ser. Tres caras imaginadas, no autorretratos, sobre un fondo obscuro. Presentadas en distintos niveles que iban de lo más alto a la zona más baja. Después de realizar la obra y dejar pasar un tiempo, soy capaz de interpretar lo que refleja esta pintura, ya que como dije antes, fue realizada casi instintivamente. Dejo al espectador la posibilidad de interpretar este cuadro.