La odontología marquista, esa que es un negocio mercantil antes que un Servicio de Salud, se reorganiza y prepara su estrategia para conquistar plenamente el terreno de la salud bucal (ese terreno abandonado por la salud pública) como un mercado más. Desde España apuntan a conquistar el resto de Europa. En los países europeos no se da la implantación que estas compañías tienen en España. Vitaldent se transforma en holding empresarial. Nace Donte Group de la mano de la firma de capital riesgo Advent International, una de las importantes a nivel mundial. Sobre su capacidad, baste saber que Advent International ha invertido en los últimos 20 años 7.000 millones de dólares en el sector de la salud y la belleza. Si la cosa sale bien, aspiran a salir a Bolsa. El nuevo grupo integra, junto a Vitaldent como buque insignia, la red de clínicas de ortodoncia Moonz, la marca Smysecret dedicada a la estética dental y MAEX, una firma que se presenta como marca Premium dedicada a la cirugía bucal y maxilo-facial. Es decir, todos los servicios del área de la salud bucal en un grupo económicamente potente. Con el que el profesional no puede competir.
Si estuviéramos hablando de un mercado de servicios que no tuviera la salud como “campo de juego”, sería una noticia más del mundo empresarial y económico. Pero es de la SALUD de lo que estamos hablando. El cliente de un servicio dental es, ante todo, un paciente: una persona que acude por una enfermedad, un trastorno bucal, la necesidad de mejorar su funcionalidad (incluida la estética que también es una funcionalidad sicológica y social), o, simplemente, a revisar su estado de salud. ¿Ustedes se imaginan a este entramado de empresas preocupándose por el mantenimiento de la salud? Un grupo empresarial así solo se sostiene vendiendo tratamientos al precio que sea y, sobre todo, financiándolos.
Sería engañarse pensar que estas estructuras económicas son un verdadero servicio de salud. Un servicio de salud es aquel donde el cliente es, primero, paciente; que se dedica a fomentar los cuidados para evitar la enfermedad; donde la enfermedad, o el trastorno, o la necesidad funcional están en el eje de su actuación; donde las necesidades de los pacientes son el elemento de juicio para prescribir un tratamiento; donde el tratamiento es un efecto del estado de salud, no un presupuesto a financiar.
Los que nos dedicamos a esta profesión, sabemos que nuestra palabra es relevante para el paciente y que hará, casi con toda probabilidad, lo que el odontólogo (con plena libertad de prescribir y no mediatizado por objetivos económicos) le recomiende. Si además a éste le apoya un potente marketing, ya está todo dicho. El paciente ignora, más allá de sus necesidades sentidas básicas, lo que realmente necesita para el buen mantenimiento de su boca. Así, la venta de tratamientos caros y financiados se convierte en campo abonado. Si el control del servicio, por más que éste sea privado, no está en manos de odontólogos o estomatólogos -médicos de la boca- con conciencia de tratar pacientes y lo está en manos de una dirección mercantil, que nadie espere que sus servicios sean de cuidados de la salud. Además, Donte Group declara abiertamente que ven como oportunidad de negocio la ampliación de las prestaciones de la cartera de servicios del SNS por la posible cooperación público-privada. En otras palabras, que pretenden colonizar el PADI si la cosa se pone a tiro.
“El cliente de un servicio dental es, ante todo, un paciente: una persona que acude por una enfermedad, un trastorno bucal o la necesidad de mejorar su funcionalidad”
Después del rescate de Vivanta por parte del gobierno, un disparate y un agravio en opinión generalizada, es hora de que los colegios profesionales levanten su voz y luchen con más fuerza, energía y decisión contra estos modelos. Creo que no les faltará el apoyo de la colegiación. Alguien dirá que dan trabajo a más de 2.000 odontólogos. Cierto. Pero esto es así porque se ha permitido que las cosas lleguen a este extremo y seguro que esos odontólogos bien podrían estar trabajando en mejores condiciones. Y también es así porque la Administración Pública no ha defendido, ni defiende, la salud bucal por más que, de vez en cuando, le conceda un espacio informativo.